martes, 21 de junio de 2011

Rumbo a Saltillo. Martes 7 de junio, 2011.


Kilómetros recorridos: 1843.

Dos horas después de iniciado el mitin en la ciudad de Durango la catarsis continuaba. De no ser porque era necesario un descanso para los caravaneros, las víctimas habrían seguido despotricando durante varias horas más contra los responsables de la realidad demencial en que viven: los narcotraficantes, que como escribió Sicilia en su carta abierta de abril pasado, han roto los códigos mínimos de ética con que se manejaban en el pasado, practicando ahora un salvajismo atroz; y la clase gobernante que, como denuncia la ciudadanía en el caso específico de Durango, solo ha servido para lavar el dinero de los propios delincuentes. El asesor especial en seguridad para la ONU y catedrático de las universidades de Berkeley y Columbia, Edgardo Buscaglia, confirma esa percepción al sentenciar en días recientes: “la delincuencia organizada mexicana es de Estado”.

En su intervención, que sirve de colofón al acto público en Durango, Sicilia cita al poeta español Miguel Hernández y su Elegía, el lúgubre poema que reza en sus primeras dos estrofas:

Tengo ya el alma ronca y tengo ronco

el gemido de música traidora…

Arrímate a llorar conmigo a un tronco:


retírate conmigo al campo y llora

a la sangrienta sombra de un granado

desgarrado de amor como tú ahora.

De vuelta en los autobuses, los participantes de la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad todavía no salimos del asombro después de escuchados los testimonios; son tan pocas las noticias que nos llegan al centro del país acerca del desgarrado Durango. Enfilamos hacia una colonia del nororiente de la ciudad, cuyas viviendas abandonadas fueron recuperadas por el Consejo Coordinador Obrero Popular (COCOPO), organización que lleva años defendiendo a familias que no pueden pagar las viviendas adquiridas mediante los créditos de Infonavit. Pernoctaremos en la escuela secundaria Nellie Campobello donde los cocopeños nos mostrarán un rostro muy diferente de su ciudad.

Son casi las 2 am ya del martes 7 de junio y todavía no termina el maratónico lunes para los caravaneros, que ya no sabemos si tenemos hambre, sueño o ganas de ir al baño. Los del comité organizador se encuentran igual de extenuados: nos han esperado pacientemente para acogernos y revitalizarnos con una cena de rajas muy picosas y frijoles. Varios compas nos ofrecen sus propias casas, bastante espaciosas, para pasar la noche de manera más cómoda; algunos aceptamos sin chistar.

Siete de la mañana y los chavos cocopeños, estudiantes de preparatoria, con quienes compartimos el techo y las escasas horas de sueño, se hallan listos para un día más de escuela. Parten al mismo tiempo en que un puñado de caravaneros y un servidor observamos la amplísima cobertura que la televisión local le brindó a la caravana en los noticieros matutinos; mediáticamente ha sido un éxito. En la secundaria, el desayuno está caliente y bien servido –¡hasta leche hay!. Sicilia retrasa una vez más la salida del convoy al llegar tarde a la conferencia de prensa, pero los jóvenes de secundaria encuentran la manera de hacernos más llevadera la espera.

Los estudiantes de la Nellie Campobello se aglutinan alrededor de las personalidades de la caravana: Yayo el payaso, Sergio el flautista regio y el Hombre-Tierra. Las niñas nos muestran orgullosas las pintas que ellas mismas elaboraron en la barda principal de su escuela. Christian, del grupo de los “Marabuntos” –vinculados con la tristemente célebre Iniciativa México-, improvisa sketches callejeros con las adolescentes frente a los murales, mientras las ventanas del autobús 3 son tapizadas con recuerdos dibujados en crayola por los niños. El Copalero de la caravana, tomado de las manos con los chavos, organiza dinámicas de canto que parecerían venidas de un tiempo prehistórico, un tiempo donde los niños sencillamente jugaban en la hora del recreo, en vez de dejarse poseer por la compulsión de enviar mensajes vía celular, o reproducir videos vacuos en los gadgets de moda.

Hay esperanza en estos chavos. Hay esperanza si se les enseña a sonreír y a pensar distinto.

Agreguen 2 horas de retraso rumbo a Saltillo, pero ahí vamos. Es un camino larguísimo de 540 km, así que hay encontrar los medios para combatir el aburrimiento a como dé lugar. Entonces conozco a Yulene Olaizola, del colectivo de realizadores EmergenciaMX, que ha estado al pie del cañón filmando cada acontecimiento importante –y no tan importante- que sucede en el autobús 1. Yulene es egresada del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) y a sus 28 años ya ha dirigido dos películas: Intimidades de Shakespeare y Víctor Hugo (2008) y Paraísos Artificiales (2011), que obtuvo el galardón a mejor fotografía en el Festival de Cine de Tribeca en Nueva York, en abril pasado. La cineasta me comparte que fue por iniciativa de Federico González, colega suyo a bordo también del autobús 1, que el grupo de EmergenciaMX se conformó con otros 12 realizadores en tan solo una semana, la previa al comienzo de la caravana. La misión del colectivo fue la de difundir lo acontecido hacia dentro y hacia fuera de la caravana durante el recorrido, a través de pequeños clips disponibles en la página emergenciamx.org, con miras a preparar un largometraje documental en el futuro cercano. ¡Enhorabuena el esfuerzo emprendido por ciudadanos como Yulene, Federico y compañía!

El cine es un arte que ilustra e invita a la acción. La proyección de un documental bastante didáctico sobre la resistencia civil deriva en una tupida lluvia de ideas en el autobús 1. Durante una hora y veinte minutos varios caravaneros tomamos el micrófono para reflexionar sobre lo que pensamos le hace falta a la caravana y cómo alcanzarlo. El tema central es, evidentemente, lo que sigue después del pacto en Ciudad Juárez: la resistencia civil pacífica, forzada por la esperable –y ya constatada- indiferencia del gobierno federal, y cómo llevarla a su consecución.

Hay quienes piensan de manera optimista y ven una respuesta “automática” de la ciudadanía ante el llamado a un boicot después del pacto. Otros pensamos que aún hace falta “arrastrar” a muchos sectores de la población que no se han hecho visibles, para así materializar la resistencia civil de manera efectiva. Héctor, del Sindicato Mexicano de Electricistas, ironiza ante el cuestionamiento de porqué no han aparecido aún las universidades públicas, salvo la valiosa excepción de la UJED, en el trayecto de la caravana: “están estudiando la realidad de la que no pueden formar parte, porque de lo contrario [su análisis] ya no sería ciencia”. Es cierto, hace falta mucha sensibilización.

Pietro, por su parte, insiste en que la resistencia civil y el movimiento mismo deben enfocarse a la realización de pequeños logros tangibles, más allá de las grandes agendas de cambio profundo que se comienzan a barajar al interior de la caravana. Ameglio dice: primero justicia para las víctimas, después la ideología, y concluye: “aún no hemos logrado nada”. Con todo, y aún después de la demoledora jornada del día anterior en Durango, el optimismo prevalece en el autobús; vamos a la mitad del camino, y se espera lo mejor -¿o peor?- por venir.

Surge una buena nueva: las autoridades dan una pequeña señal de que no están sordos o muertos .El titular de la Procuraduría de Justicia Nuevo León, Adrián de la Garza, acepta dialogar con Javier Sicilia y cuatro de las víctimas más emblemáticas de crímenes cometidos en Nuevo León y revisar sus casos. A veces, pensar positivo sí funciona.

Hemos pasado de largo Torreón y lo que primero que vimos sobre el periférico, a la entrada y a la salida de la ciudad, fue la irremediable danza de los espectaculares de la farsa electoral, una danza imbécil recetada con intervalos de 3 y 6 años en México. Con cinismo renovado, el partido de la “experiencia probada, nueva actitud”, el PRI, vende la figura del candidato del continuismo, Rubén Moreira, hermano del exgobernador Humberto Moreira, con el slogan de la más patética vacuidad: “Más Moreira, Mejor Coahuila”.

Si existe una agenda de cambios profundos en la caravana o en el país, esa agenda debe pasar inexcusablemente por la transformación profunda y radical de la enana clase política de nuestro país. Una clase enana de miras y enana de entendimiento, pues nos cree enanos también. Como escribió a principios de año Francisco Valdés Ugalde, director de FLACSO México, “hay que invadir de sociedad a la política”. Urge.

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