sábado, 2 de mayo de 2009

Riesgos subestimados, dudas razonables...


Mientras escribo estas líneas, la propagación del virus H1N1 entre la población podría estar reduciéndose, estabilizándose, o creciendo. Aunque no quisiera parecer inmune al dolor ajeno, de aquellas familias que han perdido algun familiar debido a un cuadro de neumonía, me parece que seguir los números oficiales, tanto de la SS, como de la OMS, son, en este caso, intrascendentes.
Y es que las diferencias numerales entre las dependencias de salud pueden ser síntoma clave para explicar el bajo perfil en el que las mismas se han mantenido; ¿es que no tienen control sobre la enfermedad, y por eso enfocan sus baterías hacia los medios de comunicación?
Ahora se ofenden, critican, tachan de estúpidas a aquellas personas que declaran y aseguran que todo este fenómeno no es mas que un teatrito montado a expensas del capital social-político de la población. Y cierto es, a mi parecer, que estas opiniones son una clara exageración del problema. Se ponen en el extremo opuesto a los programas conducidos por Dóriga y Alatorre. Desde mi punto de vista los dos extremos fijan posiciones erróneas sin embargo la pregunta interesante aqui es: ¿Qué ha motivado el descrédito de las instituciones, de sus integrantes, sertvidores públicos y voceros? ¿Cúantos años han pasado, con cuantas experiencias de engaños y traiciones, de fraudes, nos han llenado la cabeza, y cuanta bilis hemos derramado a causa de esto? ¿Por qué se extrañan de que corran rumores de que esto no es mas que un complot más del gobierno para distraernos?
He aqui las consecuencias.
Les dejo una parte de un artículo publicado en la revista Proceso No. 1695, "Ciudad enferma" de Marcela Turati.


"Persona con virus de inluenza", se lee afuera del pequeño cuarto del INER, en el que duerme sedada Paola Osnaya, ama de casa de 23 años, mamá de una niña de siete.
"está muy grave. no nos dicen ya nada", dice desde la calle su mamá, Alejandra Alquizira, mientras espera el horario de visita.
Ella está confundida. Dice que su hija entró con neumonia y empeoró en el hospital.
"Cuando entró nos dijeron que tenía neumonía, después pulmonía y que en la prueba de influenza salió negativa, pero días después pusieron un letrero en la puerta que decía"persona con virus de influenza", dice perturbada.
La mujer argumenta que antes que le pusieran "los tubos de oxígeno",a Paola se le veía bien;traía algo de tos, pero ya había superado la temperatura.
"En el seguro social, donde la habían revisado, nos dijeron que era una neumonía sencilla que se podía tratar en casa, pero como ya le dolían los pulmones la trajimos aqui. Y no sé si aqui agarró otra cosa, porque se empezó a poner mal".
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"Desde que empezó el escándalo a los muertos ya no los sacan con carroza, ahora los sacan en ambulancia. Hay por lo menos dos decesos diarios, pero el miércoles hubo siete", dice a esta reportera uno de los empleados de este hospital, que se esconde para poder hablar sin ser visto.
Este hombre asegura que el INER es un foco de contagio. Que han ocurrido más muertes que las reportadas. "Ya no quieren admitir más gente porque aqui es foco de infección.Llegaba gente con gripa, con tuberculosis o neumonpia y aquí adentro la influenza se les detonó al doble o al triple. Ya tenía 15 días que se había decretado el brote de influenza, se hizo incontrolable, y gente que no estaba tan mal se agravó y falleció".
No hay forma de confrontar su dicho con el de la secretaría de salud, porque aunque Proceso les solicitó en dos ocasiones una entrevista, no respondieron.