sábado, 2 de junio de 2012

Carta a Javier Sicilia y López Obrador

Como breve preámbulo, mencionaré rápidamente que no conocí personalmente al autor de esta carta, Juan Ignacio Suárez Huape, aunque viajé en el mismo camión que él, pero sí conocí a más de dos caravaneros que no tienen más que excelentes comentarios de él y su trabajo en Morelos.

Y a título personal mencionaré que sí, que la intervención de López Obrador en el Castillo de Chapultepec esta semana demostró, para decepción de los muchos que no somos amlistas, el personaje soberbio que es Andrés Manuel. Es una gran lástima que ninguno de los cuatro candidatos esté a la altura de los tiempos de emergencia que se viven en México, pero más lástima es que el candidato del Movimiento que se dice "progresista" no pueda tener la mínima sensibilidad de escuchar y mostrar empatía a los familiares de las víctimas de esta detestable guerra. Para más referencias lean el texto de Adolfo Gilly de esta semana, "Nuestro dolor no cabe en las urnas". http://www.jornada.unam.mx/2012/05/30/opinion/016a1pol

Andrés Manuel y Javier Sicilia.....

Martes 29 de Mayo, 2012
Parto de un espacio muy privilegiado, apoyo la campaña de Andrés Manuel con el corazón y con convicción plena de que es un hombre íntegro, honesto y uno de los pocos políticos mexicanos congruentes entre el decir y el hacer.
Fui Presidente del PRD en Morelos y le conocí y le traté personalmente. Trabajé en su gobierno y fue un honor ver nacer los primeros programas sociales en favor de los ancianos del Distrito Federal, ello con el 15% que se quitó a todos los servidores públicos de primer nivel empezando por Andrés hasta los subdirectores del GDF.
Ante la pudrición del PRD AMLO ha mantenido viva la esperanza en un cambio, a pesar del PRD, a pesar de los otros partidos "de izquierda" tan podridos como el PRD, salvo sus honrosísimas excepciones.
Conocí a Javier Sicilia en la lucha del Casino de la Selva, donde tuvimos su pleno apoyo antes y después de estar en la cárcel; y en las pláticas profundas en mi casa con el padre Rogelio Orozco. Por ello cuando ocurre el asesinato de su hijo y sus amigos, no dude en acudir a la protesta, con docenas y después cientos más vimos nacer el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Su voz se hizo la voz de las victimas, que hasta ese momento eran daños colaterales para el gobierno y la clase política, incluso López Obrador.
El MPJD ha puesto en la agenda nacional este tema y la subordinación del gobierno de Calderón a una estrategia pensada y planeada desde los Estados Unidos, para favorecer los intereses de los traficantes de armas, de los lavadores de dólares del narco y del poder imperial para someter a nuestro país.
Hemos recorrido el país de norte a sur y de sur a norte para que los políticos y la gente común vean el tamaño de la tragedia que vive este país por una guerra imbécil.
¡Tanta sangre, tanto dolor, tanto sufrimiento!
¡No hay forma de nombrar el horror y la impunidad que hoy campea en nuestro país.
Ayer en Chapultepec, confrontamos con la misma intensidad a los cuatro candidatos a la presidencia, las víctimas de la violencia exigieron respuestas, compromisos, piedad, compasión, solidaridad.
Mi voto será para Andrés y seguiré apoyándolo, pero ayer no tuvo en su discurso, ni piedad, ni solidaridad, para las victimas concretas que le hablaron de frente, ni autocrítica para los gobiernos perredistas que han sido responsables de encarcelamientos, represiones y violaciones graves de derechos humanos.
¿Nada sobre la masacre de estudiantes de Ayotzinapa? ¿Nada de las complicidades de los caciques de Guerrero y su gobierno con los autores del secuestro de Eva Alarcón cuya hija le pidió su apoyo? ¿Nada del cacique de Chiapas, Juan Sabines represor a rienda suelta contra líderes sociales y campesinos?
Le pidió Andrés a Javier Sicilia que se uniera a su lucha porque es la única opción para cambiar este país, y tiene razón en parte, es la única opción electoral para cambiar este país, pero para cambiar de raíz este país no es el único camino, la propia existencia del Movimiento por la Paz así lo demuestra.
Andrés pide unanimidades y subordinación, eso es un grave error. Demostró la soberbia que dice no tener.
Javier votara en blanco, tiene sus razones legítimas y valiosas, respetables. Por mi parte seguiré en este movimiento al lado de Javier y docenas de victimas más y miles de ciudadanos de todo el país, una lucha digna, justa y necesaria para el país.
Seguiré promoviendo el voto para Andrés con todo y mis enojos por su falta de sensibilidad y compasión.
Aceptó nuestra agenda, aceptó nuestras propuestas eso fue muy positivo.
No veo ninguna contradicción en seguir apoyando a dos de los movimientos más luminosos y esperanzadores de este país.
Mi corazón esta ahí, con Javier Sicilia con Andrés Manuel López Obrador.
Juan Ignacio Suárez Huape


miércoles, 23 de mayo de 2012

Yo soy 132



En unos minutos más comenzará una nueva marcha de los chavos universitarios que se cansaron del duopolio televisivo, de su cobertura sesgada de las campañas electorales y del diario Milenio que sistemáticamente los ha borrado de sus planas y de su página electrónica. Se están reuniendo al pie del más grande monumento a la corrupción,  el monunmento del fetichismo de la anticonciencia histórica y del derroche estúpido a manos de nuestros gobernantes en tiempos de carestía y desesperanza: la famosa Estela de luz, en la capital del país.

Hace medio siglo, en este mismo día y como a estas horas, asesinaron al maestro y luchador campesino Rubén Jaramillo y a su familia en el sur de mi natal Morelos. Los mataron porque después de varios años el líder no cejó en su lucha, la lucha de siempre para los indígenas y los campesinos y que sigue vigente al día de hoy: tierra, justicia, libertad. Fueron muertos, ciertamente, a manos del partido que ahora es el blanco de los ataques de esta muchachada colegial. El mismo partido que orquestó el sistema infame que hundió en sangre y miseria a la inmensa mayorría de los mexicanos durante décadas. El partido que gobernó con represión, con masacre, con la guerra sucia. El partido que mató también a Lucio. El partido que abrió las puertas del neoliberalismo en el sexenio de De La Madrid. El partido que privatizó hasta las piedras de los ríos. El que firmó el TLC en lo oscurito para traer una nueva era de más honda y vasta miseria para el campo mexicano. El partido que negoció el ascenso al poder del más nefasto de todos los gobernantes, Felipe Calderón, después del fraude en 2006. El partido que será llevado al poder, nuevamente, porque la oligarquía de este país así lo ha decidido, a menos que logremos impedirlo.

Hace un año, también en Morelos, Javier Sicilia inició un movimiento social, por la Paz con Justicia y Dignidad, el movimiento más justo, el más noble, el más digno, el más apartidista. Para infinita vergüenza de todos los mexicanos el movimiento se quedó solo. Se quedó solo porque el miedo pudo más. Aunque el movimiento no está muerto, su margen de acción es lamentablemente muy marginal. Y los activistas, y los periodistas y los ciudadanos de a pie siguen cayendo todos los días en este abominable teatro de la guerra, porque ni a guerra llega.

No podemos permitirnos dejar a otra expresión ciudadana sola. No ignoremos a los estudiantes. En estos momentos cualquier esfuerzo, CUALQUIER ESFUERZO que evite que el zafio Peña Nieto se convierta en presidente debe ser respaldado y favorecido por TODOS. Las circunstancias actuales del país lo exigen.

Y de una vez vayamos preparándonos para la lucha en las calles después del 1 de julio.


El Cártel del Cobre


Este bloguero quería hacer una película. Solo que sin equipo ni con quien conseguirla ese proyecto siempre se pospuso. Uno de los protagonistas, amigo mío, habría ofrecido ante cámara sus divertidísimos y muy controversiales testimonios sobre cómo fundó la organización que muy pronto tendría células alrededor de todo el mundo: el Cártel del Cobre.

Pero no hablemos del odioso “hubiera” y mejor les cuento sucintamente la temática del film. El P***, así conocido por los compas –por razones de Facebook no daremos su apodo completo-, trabajaba para cierta empresa familiar de origen italiano en la región centro-sur del país que fabrica ciertas elementos de plástico. El P, harto de ser explotado en jornadas largas de noche y de día, y humillado por las ridículas utilidades que el patrón compartía con los empleados año con año, decidió, como indica el manual del buen mexicano, hacerse justicia por su propia mano.

El P empezó con cables de cobre, para ello había que sustraerlos del centro de trabajo por largos tramos,  y una vez afuera pelarlos para vender el hilo metálico por kilo. Un día logró capitalizar más de 40 kg del metal. Por aquellos tiempos el kilo estaba entre 30 y 40 pesos. Rápido encontró comparsa. Lo que había empezado con metros y kilos, siguió por mayoreo y menudeo en herramientas e instrumental: llaves, dados, taladros, sierras, brocas, tornillería, máscaras, guantes, botas –de las Van Vien y de las de brigadas de bombero-, multímetros, etc. La justicia se convirtió en negocio y como muchos negocios en México, necesitaba de la levadura infalible para expandirse: la corrupción.

El Cártel corrompió al vigilante nocturno para poder traficar con los “insumos”. Meses transcurrieron y nunca fueron descubiertos. En cambio, El P fue despedido de su trabajo por razones ridículas comparadas con el desfalco que su organización seguramente ya había ocasionado a la fabricadora de piezas de plástico. Ante la obligada pregunta: “¿no te sientes mal por hacer lo que haces?”, mi amigo contestaba indignado: “¡ni madres! ¿Sabes lo que nos pagan? ¿Sabes de cuánto nos llegan las utilidades? ¡¡¡150 o 200 pesos!!! Es una mentada de madre, en otras empresas del sector manufacturero a sus empleados les llegan miles, sino es que decenas de miles de pesos…, esto es una simple ‘compensación al salario’.”

Una historia de esta naturaleza no podía quedar sin ser compartida con propios y extraños. En la menor oportunidad enteré a mis padres. El concepto “compensación al salario” no tardó en seducirlos. Mi señor padre lleva 7 años trabajando para un spa en un puesto que el llama “la gallina de hasta abajo”, es decir, la que no puede cagar a nadie en el gallinero pero que recibe todas las cacas de las gallinas de más arriba; dicho de una manera más decorosa: de empleado, de base de la pirámide. Durante esos años le subieron una sola vez unos cuantos centavos a su salario, solo para que ese aumento fuera convertido en un decremento en 2008 gracias a la multicitada crisis financiera que arruinó la vida de millones de personas derivada de la impune y hasta premiada avaricia criminal de los banqueros. La excusa bajo la cual le redujeron el sueldo fue que “las ganancias del dueño habían ido en descenso” varios meses en fila lo que obligó a la “dolorosa pero necesaria medida” –las últimas comillas hacen honor a la inexcusable fraseología empleada por los fanáticos de la austeridad ajena, como la señora Merkel.  Es decir, para que el dueño siguiera garantizando ganancias razonables sus empleados deberían hacer alquimia con sus ingresos. O como dicen los ideólogos de la competitividad: lo mismo con menos. La historia de siempre, pues.

Desde entonces, el progenitor de este jaguar trae a la casa fruta, jabón para trastes y papel sanitario como su compensación al salario.

Pero vamos a abrir el foco para tratar de entender las causas de lo que está sucediendo. Volvamos a la empresa familiar de origen italiano. Quizá no le iba tan mal a pesar del Cártel del Cobre, después todo, sus productos eran adquiridos por gigantes como Nestlé, consorcio de “clase mundial” que le compra el café a los agricultores chiapanecos a precios de siglo XVIII. “Deliciosos” productos como el Nescafé tiene en México un enorme mercado cautivo que necesita rellenarse semana tras semana, lo que implica chamba segura,  aunque podríamos especular que si Nestlé se hubiera enterado de que su proveedor tenía mermas ocasionadas por una organización del tipo de la del P, los lacayos del coloso de origen suizo se las hubieran arreglado para obtener un descuento por “riesgo de desabasto por paro de línea derivado de falta de herramental para mantenimiento correctivo de las estaciones de trabajo”, o por algún otro terminajo de esos sabrosos que se saben inventar los costólogos. Eso y el chantaje de mudar sus pedidos con otro proveedor, desde luego (para ver si obtienen otro descuento).

Con todo, con mermas o sin mermas, la paloma y el nido siempre serán la paloma y el nido.
Existen otras empresas familiares a las que les va mucha mejor en México, como la educadora-de-generaciones-enteras por excelencia, Televisa.  Aunque cotice en la bolsa, la empresa que ha dado risas y lágrimas a millones de mexicanos sigue siendo mayoritariamente de una familia, Los Azcárraga. Y, como dice la canción, “pasarán más de mil años, muuuchos más”, y esta empresa familiar seguirá sin pagar IVA. Aunque su titular acumule miles de millones dólares, ellos seguirán sin cumplir su carga fiscal, porque el régimen que ellos mismos sometieron así lo permite. Y Los Azcárraga seguirán haciendo del enclenque Instituto Federal Electoral lo que les dé su rechingada gana. Y seguirán imponiendo candidatos de porquería a cambio de cientos de millones de pesos  del erario sin que nadie los ponga en la cárcel, etc, etc, etc. He aquí el meollo argumentativo maestro del guión que nunca fue –no se aceptan risas.

En este punto se podría pensar que todo lo anterior se trata de una vil justificación, de excusar el robo hormiga con los latrocinios de los poderosos. No es así. Es aquí cuando traigo a la memoria las líneas del tan echado de menos Carlos Monsiváis, de un editorial suyo de febrero de 2008, cuando planteaba si en los narcocorridos  había apología del delito y la delincuencia, a lo que él mismo contestaba: “más que celebración del delito, los narcocorridos difunden la ilusión de las sociedades donde los pobres tienen derecho a las oportunidades delincuenciales de los de arriba, […] es dar cuenta de aquellos que, por vías delictivas, alcanzan las alturas del presidente de un banco, de un dirigente industrial, de un gobernador, de un cacique regional felicitado por el presidente de la República.” Y de estos últimos habría que rematar: cuyos actos legalmente no son delitos,  por más ilegítimos o brutales que sean.

Pero lo mejor de la producción venía de la mitad para adelante (al menos para los realizadores): los viajes, cuando brincáramos el charco para entrevistar a las células independientes tipo Anonynomous del encumbrado Cártel del Cobre, y conocer así sus motivaciones.

Como dice el dicho: “Pa’que vean que en el San Juan Primermundista también hace aire”.

En Inglaterra, la sede de los Juegos Olímpicos que están a dos meses de inaugurarse,  se están robando los rieles de los ferrocarriles para fundirlos y venderlos por libra. Por muchas libras. Se están robando los cables de red, de teléfono y hasta el metal de las estructuras de las iglesias. La edición del 27 de marzo de Los Angeles Times consigna un caso de robo de cobre particularmente sensible (breve extracto):
“La iglesia de St. Andrew en Chelmsford, en el sureste de Inglaterra, es un ventilado edificio de piedra cuya construcción se remonta a la Edad Media, y del que sobresale su tejado cubierto de cobre. El templo, que sobrevivió a una bomba que cayó muy cerca durante el Blitz de la Segunda Guerra Mundial, no pudo librar otra batalla ahora contra los ladrones de metal que comenzaron a arrancarle la cubierta  en abril pasado. Al menos una cuarta parte del techo ha desaparecido, lo que llevó a otro desastre, cuando cayeron lluvias torrenciales en octubre pasado, empapando la estructura de madera e inundando el órgano de abajo. El instrumento está fuera de servicio ya que necesita reparaciones que ascienden a los 24 mil dólares.”

La misma información fue anticipada 3 meses antes por la BBC http://www.bbc.co.uk/news/uk-england-essex-16409785. El Universal de México publicó este domingo que el Gobierno del Distrito Federal registró un aumento en el robo de cableado público del 627% de 2008 a 2010, pasando 2.81 hurtados a 20.45 kilómetros hurtados (!!!). Cien pesos cuesta ya el kilo de cobre en el mercado negro. El Cártel está incontenible.

Vemos, pues, cuán rápidamente los instrumentos o mecanismos desatados por el hombre se salen de control.  Se trata del desfase o desproporción entre las causas y los efectos de nuestras fabricaciones, que ha sido retomado de otros autores por Javier Sicilia una y otra vez en sus textos,  la desproporción de lo que comienza con un acto aparentemente insignificante y se convierte en lo inconmensurablemente grande. El robo de un metro de cable escala inmediatamente a los 100 metros que quitaron del generador de un hospital en Gales en diciembre pasado, cancelando 81 cirugías. La ceguera derivada de esta desproporción, cito al propio Sicilia,  es  la que “nos condena a concentrarnos en nuestro micromundo, a perder de vista la verdadera dimensión del horror y a sentir que son otros siempre los responsables.” (Proceso 1730).

Es esto de lo que tenemos que salir.

domingo, 22 de abril de 2012

Lo sutil y lo no tanto


Visitar la tristemente todavía nación más poderosa y más odiada del mundo siempre es algo edificante. Sí. Por más que muchos de mis amigos paisanos, que ya han pisado lugares más “neutrales” como Cuba,  o España o Canadá se salgan con formulismos  fáciles como el de “allá no hay cultura” (un servidor mismo empleó en varias ocasiones esa severa afirmación) cuando se sugiere una visita al vecino país angloparlante, seguiré sosteniendo que mirarnos en este otro es, por sí mismo, útil hoy en día, al menos  por el mínimo ejercicio de acercamiento en ese espejo –Octavio Paz por doquier en estas líneas-, aunque se trate del espejo de la esquizofrenia: el reflejo de quien se observa y no se reconoce –ver “¿Y tú cuánto cuestas?”.  Aunque bueno, a estas alturas de este mundo en colapso, ¿quién no tiene reflejos esquizofrénicos?

I.
Estados Unidos es una potencia que se maneja, hacia fuera de sus fronteras,  principalmente en la dimensión de lo grotesco, inmoral y aún atroz, para muestra un botón: los cientos de miles de víctimas civiles en Irak y Afganistán –menores, sin embargo, a los millones de vidas cobradas en el sur de Asia hace 50 años (Vietnam, Norte de Laos, Camboya, Indochina), como consignó hace un par de meses el infaltable estadunidense Noam Chomsky. Ya ni mencionar su obscena relación con Israel. México en cambio se parece mucho a su vecino del norte en la escala de la infamia, pero al interior de sus fronteras: 60 mil muertos oficiales en 6 años –muchos menos de los que manejan fuentes castrenses, que han contribuido con la mayor parte de ese cementerio y 60 millones de extremadamentepobres en un territorio que apenas tiene el doble de habitantes. Por otra parte, México es parco, errático, indiferente y autista en su política exterior –excepto en lo relacionado con Estados Unidos, por supuesto, con quien se porta servil: Centroamérica solo nos merece atención para repatriar en féretros a ciudadanos de esa parte del continente. Y el colmo: la reciente abstención de México ante la ONU en la votación sobre el reconocimiento del Estado Palestino. 

También al contrario, Estados Unidos emplea formas más sutiles de dominación a nivel doméstico. (Aunque la crisis de 2008 y la actual no tengan nada de sutiles).Pero si en México hace falta ir a la vuelta de la esquina para constatar la miseria y la inseguridad, aquí es un poco más difícil constatar los mismos flagelos. Hoy en día, en este lado de la frontera, el muy mexicano dicho del “no pasa nada” puede engañar muy fácilmente.

Ideología adherible.

En la Ciudad de México cuando no tiembla hay manifestaciones, que para los defeños *no es más que una manera menos geológica de temblar.  Pero en esta parte de Estados Unidos, California –la zona geográfica fuera de México con mayor número de mexicanos-, las protestas se están haciendo el trending topic de facto: contra recortes en sectores sociales, contra el alza en colegiaturas universitarias, contra los múltiples abusos del banco Wells Fargo –estos últimos dos temas por sí solos meritorios de comentarios en otra ocasión. Desde luego, todo lo anterior sucede generalmente en grandes plazas del Golden State: Los Ángeles, Sacramento, Oakland. En el resto de las ciudades costeras pudientes son el sticker y el automóvil los que mínimamente dicen “algo” sobre los temas efervescentes del momento y los viejos lugares comunes (la promoción de causas humanitarias de democratización offshore, entiéndase las citadas invasiones de Irak y Afganistán ). 


“Driver carries no money cause Obama took it all”, “Repeal ObamaCare” (en referencia a la ley de cobertura médica “universal” impulsada por el cada vez menos comercializable Barack Obama, que sigue en medio del debate nacional), “Proud father of a marine soldier” y “Support our troops” (mucho más copiosas que las primeras dos consignas). No podía ser de otra manera en el imperio absoluto del motor de combustión interna, y como es de esperarse, las minúsculas sentencias se ven eclipsadas de la atención pública por las monstruosas  camionetas F150 Raptor y F350 de 5.2 litros de capacidad –y más- que están en boga y que comparten el asfalto con los demás conductores. (Long live the Global Warming!!!)
Momento. Hay otro tipo de consignas. Ese monigote que ya lleva un par de años apostado bajo el rayo del sol en el mismo semáforo de siempre, contemplando los mismos conductores indiferentes de siempre, ya de un Cadillac, ya de un Mercedez, ya de un Maserati, sosteniendo una pancarta que dice “Doing all we can but still need help, God bless”, ¿qué abismo nos está anticipando? ¿Qué nos dice la desproporción de un coche de más de cien mil dólares frente a un “sincasa”? (Ya ni hablar de lo que nos han venido anunciando por décadas los niños de la calle en México y sus parientes cercanos, los ninis)

Quizá nos está anticipando lo que hasta la CIA ya reporta: que los Estados Unidos de América tiene una concentración del ingreso mayor que la de Venezuela –¡Sí, la del mismísimo Hugo Chávez! Quizá nos anticipa también lo que ya está sucediendo: el aplastante desempleo que está en las cuatro esquinas del globo y que parece que en el próspero Orange County tampoco ha mengüado. Un extracto de un estudio reciente del Pew Research Center publicado por Los Angeles Times el mes pasado, alertaba sobre la llamada generación boomerang, compuesta por aquellos adultos jóvenes que se ven obligados a regresar a la casa de sus padres ante las nulas oportunidades de forjar un futuro por su propia cuenta: 29% de los jóvenes de entre 25 y 34 años han vivido en casa de sus padres en algún momento de la crisis económica de los últimos años. Para una cultura que acostumbra echar a volar a sus hijos desde los 18 años, el que éstos vuelvan al nido 7 años después tiene sus implicaciones. En tiempos de crisis la familia funciona, afortunadamente.

Al desempleo se suma la terrible depreciación de lo único valioso que posee la clase trabajadora: sus bienes inmuebles. Mi tío Arturo y su esposa han visto como el apartamento dúplex que adquirieron hace años por 470 mil dólares ahora vale tan solo 125 mil. Este hecho singular respalda lo denunciado por David Brooks en su columna American Curios de La Jornada el 2 de abril pasado: “resulta que la bolsa de valores [es decir, los dueños del dinero] tuvo un incremento de billón y medio sólo en el último trimestre de 2011, mientras los del 90 por ciento [los restantes, los que NO son dueños del dinero] tienen casi siempre sus casas como el mayor de sus bienes, pero el valor de sus inmuebles se ha desplomado más de un tercio desde 2006.”


II
Las sutilezas del lenguaje (con cariño para el anarcopunkismo)

Chuck es veterano de Vietnam. Perdió su empleo hace un par de años, cuando tenía 67, y ahora tiene un puesto de medio tiempo como gerente nacional de ventas de una empresa de seguridad que provee sistemas de seguridad con audio y video para peces grandes, principalmente dependencias de gobierno. Nada mal. “Entre las personas que conforman la empresa, contamos con exmiembros de la  CIA, la National Secret Agency y la Secretaría de Defensa”, afirmó ufano. Por esos días, este intentador de cuentahistorias se había dejado la barba crecida y desarreglada. Chuck me observó y comentó: “me gusta tu barba, nuestro hijo D*** también la usa así, sin embargo, yo le digo que no debería usarla tan desarreglada…, podría parecer terrorista”. Ring! ¿Te-rro-ris-ta? ¿Escuché bien? Recordé que tan solo unos días atrás, un 11 de marzo por cierto, -fecha que se ha convertido en referente de tragedia en la historia contemporánea- un sargento del ejercito estadunidense acabó con la vida de 16 personas inocentes en dos aldeas de las afueras de la provincia de Kandahar. El asesino, que seguramente no traía barba, se salvó de ser llamado por los grandes medios occidentales como lo que es, un te-rro-ris-ta, como denunció el vilipendiado Robert Fisk (cita textual de su columna publicada e 17 de marzo en The Independent) : “un soldado que debió haber sufrido un colapso nervioso” (The Guardian), “un truhán” (Financial Times), cuyo “escándalo” (New York Times) fue  “sin duda cometido en un acto de locura” (Le Figaro). Es decir, como alguien a quién meramente “se le fue la hebra”, y no un cruel y desalmado terrorista, como hubiera sido etiquetado si el asesino hubiera sido afgano, especialmente talibán, insiste el legendario periodista.

(Suspiro profundo). Hubiera sido muy fácil espetarle a Chuck que en mi imaginario un terrorista se parecía más a su hijo “D”, o a cualquier joven con aspecto de jarhead –corpulento, tez blanca, corte militar- y con uno de sus autos con portaplacas que dicen “U.S. Marine Corps” o “United States Air Force”. Hubiera sido menos fácil explicarle que la palabra terrorista pertenece a la jerga de los acólitos de la dominación: los medios de comunicación de las potencias occidentales y los señores de la guerra: los Obama’s, los Netanyahu’s, los Calderones, empleado para designar las acciones de violencia y terror del otro –Hamas, el Talibán, los Zetas-, pero nunca para llamar a sus propias acciones viles, como la infestación, ocupación y destrucción de naciones enteras. Más difícil aún habría sido intentar transmitirle que el lenguaje pesa y que la violencia se perpetúa en el lenguaje de forma invisible. Que importa mucho –negativamente- cuando los humanos generalizamos ideas con expresiones  como “los gringos son…” o “las mujeres siempre…” o “es que los indígenas”;  que los estereotipos viven en y se reproducen a través del lenguaje, y que hay que censurarlos. Quizá valía la pena intentar todo esto, pero no lo hice.

Quiero pensar que tuve una buena razón: las circunstancias no eran las adecuadas. Chuck y su esposa se encontraban visitando a una mujer enferma. Su esposa, Margie, había ido a acompañar a esa enferma,  mi madre, en el incierto camino previo a una operación de tumor cerebral. Margie y Chuck son cristianos, y creen en la importancia de dar de sí en los momentos difíciles de la vida. Gracias a Margie, la autora de mis días pudo dar con la raíz del problema –el tumor- y no seguir acudiendo inútilmente con oftalmólogos mercenarios que no atienden a nadie que no cuente con una aseguradora que cubra los gastos médicos, y que no le ofrecieron ninguna alternativa. (La culpa la tiene el sistema, no lo médicos, dirán).

No justifico el desliz de Chuck, trato de rescatar mejor  las buenas acciones. La esperanza y esto puede ser lo último que nos queda: identificarnos con los demás en las acciones constructivas –incentivándolas, reconociéndolas, mejorándolas- y, desde luego, educar para acabar con las malditas ideologías y los discursos de dominación, al menos para abrir boca.  Reconocer, por ejemplo, que de decenas de enfermeras y asistentes de enfermeras  que en algún momento cuidaron a mi mamá –también hubo enfermeros, pero en mucha menor proporción-, las más comprometidas, las más cariñosas, las más humanas y sí, las más amorosas, fueron las estadunidenses Y las mexicanas. Desde Zacatecas (Gaby) hasta Minnesota (Lynette), y desde Jalisco (Luz) hasta Texas (Latisha), enfermeras y enfermeros nos dieron nada más que amor.

Reconocer que, -vuelvo otra vez a “¿Y tú cuánto cuestas?- una cosa es el gobierno de los Estados Unidos –podrido desde la médula- y otra muy diferente es el pueblo de los Estados Unidos. Un pueblo que, al igual que el pueblo mexicano, ha sufrido y resistido numerosas expoliaciones, muchas de ellas en curso hoy en día. Reconocer que así como los mexicanos nos debemos, sin saberlo, a nuestras máquinas de la ignorancia - la SEP y el SNTE, la Iglesia Católica, Televisa y TV Azteca y los partidos-, los estadunidenses padecen -aunque tampoco lo noten- el fanatismo de la Iglesia del Rifle (la NRA), Hollywood y su sociedad del espectáculo y el sistema carcelario más grande y temible de todo el mundo. (Los mexicanos, desde luego, padecemos también la abominable industria armamentista estadunidense).

Las cosas que nos hacen diferentes, como naciones, culturas o individuos son muchas menos de los que creemos, menos aún en tiempos de crisis. Somos más los que queremos ser iguales. Somos más los que podemos dar amor.

Con todo mi cariño, profunda admiración y agradecimiento para todo el personal de Mission Viejo Hospital St. Joseph, en especial para Amanda (terapia intensiva, TI), Gaby (Cuidado Progresivo, CP), Lynette (CP), Jennifer (TI), Jorge (CP), Betty (TI), Latisha (CP), César (Cuidado Progresivo, CP), Luz (CP), Dolores (CP), William (CP), Soria (TI), Diane (TI), Popovich (terapia del lenguaje), Justin (CP), Dr. Kim (neurocirujano), Dr. Yang (internista),  Tino (limpieza), Noemí (transporte), Gaby y Alicia (nutrición), Teresa (limpieza), David (terapia ocupacional), Lori (TI), Sonia (CP), Esmeralda (CP), y varias personas más de quienes se me escapan sus nombres, pero nunca sus rostros y acciones.
Mención aparte merece la familia de mi mamá, mi familia: Elena y Alfonso, Israel e Ivette, Mayté y Roberto, Gaby y Paulina; Rita y Porfirio, Estela y Scott, y una larga lista de amigos y conocidos de mi madre. Gracias a todos por su hermosa generosidad. Gracias a todos por sacarnos del hoyo.