sábado, 2 de junio de 2012

Carta a Javier Sicilia y López Obrador

Como breve preámbulo, mencionaré rápidamente que no conocí personalmente al autor de esta carta, Juan Ignacio Suárez Huape, aunque viajé en el mismo camión que él, pero sí conocí a más de dos caravaneros que no tienen más que excelentes comentarios de él y su trabajo en Morelos.

Y a título personal mencionaré que sí, que la intervención de López Obrador en el Castillo de Chapultepec esta semana demostró, para decepción de los muchos que no somos amlistas, el personaje soberbio que es Andrés Manuel. Es una gran lástima que ninguno de los cuatro candidatos esté a la altura de los tiempos de emergencia que se viven en México, pero más lástima es que el candidato del Movimiento que se dice "progresista" no pueda tener la mínima sensibilidad de escuchar y mostrar empatía a los familiares de las víctimas de esta detestable guerra. Para más referencias lean el texto de Adolfo Gilly de esta semana, "Nuestro dolor no cabe en las urnas". http://www.jornada.unam.mx/2012/05/30/opinion/016a1pol

Andrés Manuel y Javier Sicilia.....

Martes 29 de Mayo, 2012
Parto de un espacio muy privilegiado, apoyo la campaña de Andrés Manuel con el corazón y con convicción plena de que es un hombre íntegro, honesto y uno de los pocos políticos mexicanos congruentes entre el decir y el hacer.
Fui Presidente del PRD en Morelos y le conocí y le traté personalmente. Trabajé en su gobierno y fue un honor ver nacer los primeros programas sociales en favor de los ancianos del Distrito Federal, ello con el 15% que se quitó a todos los servidores públicos de primer nivel empezando por Andrés hasta los subdirectores del GDF.
Ante la pudrición del PRD AMLO ha mantenido viva la esperanza en un cambio, a pesar del PRD, a pesar de los otros partidos "de izquierda" tan podridos como el PRD, salvo sus honrosísimas excepciones.
Conocí a Javier Sicilia en la lucha del Casino de la Selva, donde tuvimos su pleno apoyo antes y después de estar en la cárcel; y en las pláticas profundas en mi casa con el padre Rogelio Orozco. Por ello cuando ocurre el asesinato de su hijo y sus amigos, no dude en acudir a la protesta, con docenas y después cientos más vimos nacer el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Su voz se hizo la voz de las victimas, que hasta ese momento eran daños colaterales para el gobierno y la clase política, incluso López Obrador.
El MPJD ha puesto en la agenda nacional este tema y la subordinación del gobierno de Calderón a una estrategia pensada y planeada desde los Estados Unidos, para favorecer los intereses de los traficantes de armas, de los lavadores de dólares del narco y del poder imperial para someter a nuestro país.
Hemos recorrido el país de norte a sur y de sur a norte para que los políticos y la gente común vean el tamaño de la tragedia que vive este país por una guerra imbécil.
¡Tanta sangre, tanto dolor, tanto sufrimiento!
¡No hay forma de nombrar el horror y la impunidad que hoy campea en nuestro país.
Ayer en Chapultepec, confrontamos con la misma intensidad a los cuatro candidatos a la presidencia, las víctimas de la violencia exigieron respuestas, compromisos, piedad, compasión, solidaridad.
Mi voto será para Andrés y seguiré apoyándolo, pero ayer no tuvo en su discurso, ni piedad, ni solidaridad, para las victimas concretas que le hablaron de frente, ni autocrítica para los gobiernos perredistas que han sido responsables de encarcelamientos, represiones y violaciones graves de derechos humanos.
¿Nada sobre la masacre de estudiantes de Ayotzinapa? ¿Nada de las complicidades de los caciques de Guerrero y su gobierno con los autores del secuestro de Eva Alarcón cuya hija le pidió su apoyo? ¿Nada del cacique de Chiapas, Juan Sabines represor a rienda suelta contra líderes sociales y campesinos?
Le pidió Andrés a Javier Sicilia que se uniera a su lucha porque es la única opción para cambiar este país, y tiene razón en parte, es la única opción electoral para cambiar este país, pero para cambiar de raíz este país no es el único camino, la propia existencia del Movimiento por la Paz así lo demuestra.
Andrés pide unanimidades y subordinación, eso es un grave error. Demostró la soberbia que dice no tener.
Javier votara en blanco, tiene sus razones legítimas y valiosas, respetables. Por mi parte seguiré en este movimiento al lado de Javier y docenas de victimas más y miles de ciudadanos de todo el país, una lucha digna, justa y necesaria para el país.
Seguiré promoviendo el voto para Andrés con todo y mis enojos por su falta de sensibilidad y compasión.
Aceptó nuestra agenda, aceptó nuestras propuestas eso fue muy positivo.
No veo ninguna contradicción en seguir apoyando a dos de los movimientos más luminosos y esperanzadores de este país.
Mi corazón esta ahí, con Javier Sicilia con Andrés Manuel López Obrador.
Juan Ignacio Suárez Huape


miércoles, 23 de mayo de 2012

Yo soy 132



En unos minutos más comenzará una nueva marcha de los chavos universitarios que se cansaron del duopolio televisivo, de su cobertura sesgada de las campañas electorales y del diario Milenio que sistemáticamente los ha borrado de sus planas y de su página electrónica. Se están reuniendo al pie del más grande monumento a la corrupción,  el monunmento del fetichismo de la anticonciencia histórica y del derroche estúpido a manos de nuestros gobernantes en tiempos de carestía y desesperanza: la famosa Estela de luz, en la capital del país.

Hace medio siglo, en este mismo día y como a estas horas, asesinaron al maestro y luchador campesino Rubén Jaramillo y a su familia en el sur de mi natal Morelos. Los mataron porque después de varios años el líder no cejó en su lucha, la lucha de siempre para los indígenas y los campesinos y que sigue vigente al día de hoy: tierra, justicia, libertad. Fueron muertos, ciertamente, a manos del partido que ahora es el blanco de los ataques de esta muchachada colegial. El mismo partido que orquestó el sistema infame que hundió en sangre y miseria a la inmensa mayorría de los mexicanos durante décadas. El partido que gobernó con represión, con masacre, con la guerra sucia. El partido que mató también a Lucio. El partido que abrió las puertas del neoliberalismo en el sexenio de De La Madrid. El partido que privatizó hasta las piedras de los ríos. El que firmó el TLC en lo oscurito para traer una nueva era de más honda y vasta miseria para el campo mexicano. El partido que negoció el ascenso al poder del más nefasto de todos los gobernantes, Felipe Calderón, después del fraude en 2006. El partido que será llevado al poder, nuevamente, porque la oligarquía de este país así lo ha decidido, a menos que logremos impedirlo.

Hace un año, también en Morelos, Javier Sicilia inició un movimiento social, por la Paz con Justicia y Dignidad, el movimiento más justo, el más noble, el más digno, el más apartidista. Para infinita vergüenza de todos los mexicanos el movimiento se quedó solo. Se quedó solo porque el miedo pudo más. Aunque el movimiento no está muerto, su margen de acción es lamentablemente muy marginal. Y los activistas, y los periodistas y los ciudadanos de a pie siguen cayendo todos los días en este abominable teatro de la guerra, porque ni a guerra llega.

No podemos permitirnos dejar a otra expresión ciudadana sola. No ignoremos a los estudiantes. En estos momentos cualquier esfuerzo, CUALQUIER ESFUERZO que evite que el zafio Peña Nieto se convierta en presidente debe ser respaldado y favorecido por TODOS. Las circunstancias actuales del país lo exigen.

Y de una vez vayamos preparándonos para la lucha en las calles después del 1 de julio.


El Cártel del Cobre


Este bloguero quería hacer una película. Solo que sin equipo ni con quien conseguirla ese proyecto siempre se pospuso. Uno de los protagonistas, amigo mío, habría ofrecido ante cámara sus divertidísimos y muy controversiales testimonios sobre cómo fundó la organización que muy pronto tendría células alrededor de todo el mundo: el Cártel del Cobre.

Pero no hablemos del odioso “hubiera” y mejor les cuento sucintamente la temática del film. El P***, así conocido por los compas –por razones de Facebook no daremos su apodo completo-, trabajaba para cierta empresa familiar de origen italiano en la región centro-sur del país que fabrica ciertas elementos de plástico. El P, harto de ser explotado en jornadas largas de noche y de día, y humillado por las ridículas utilidades que el patrón compartía con los empleados año con año, decidió, como indica el manual del buen mexicano, hacerse justicia por su propia mano.

El P empezó con cables de cobre, para ello había que sustraerlos del centro de trabajo por largos tramos,  y una vez afuera pelarlos para vender el hilo metálico por kilo. Un día logró capitalizar más de 40 kg del metal. Por aquellos tiempos el kilo estaba entre 30 y 40 pesos. Rápido encontró comparsa. Lo que había empezado con metros y kilos, siguió por mayoreo y menudeo en herramientas e instrumental: llaves, dados, taladros, sierras, brocas, tornillería, máscaras, guantes, botas –de las Van Vien y de las de brigadas de bombero-, multímetros, etc. La justicia se convirtió en negocio y como muchos negocios en México, necesitaba de la levadura infalible para expandirse: la corrupción.

El Cártel corrompió al vigilante nocturno para poder traficar con los “insumos”. Meses transcurrieron y nunca fueron descubiertos. En cambio, El P fue despedido de su trabajo por razones ridículas comparadas con el desfalco que su organización seguramente ya había ocasionado a la fabricadora de piezas de plástico. Ante la obligada pregunta: “¿no te sientes mal por hacer lo que haces?”, mi amigo contestaba indignado: “¡ni madres! ¿Sabes lo que nos pagan? ¿Sabes de cuánto nos llegan las utilidades? ¡¡¡150 o 200 pesos!!! Es una mentada de madre, en otras empresas del sector manufacturero a sus empleados les llegan miles, sino es que decenas de miles de pesos…, esto es una simple ‘compensación al salario’.”

Una historia de esta naturaleza no podía quedar sin ser compartida con propios y extraños. En la menor oportunidad enteré a mis padres. El concepto “compensación al salario” no tardó en seducirlos. Mi señor padre lleva 7 años trabajando para un spa en un puesto que el llama “la gallina de hasta abajo”, es decir, la que no puede cagar a nadie en el gallinero pero que recibe todas las cacas de las gallinas de más arriba; dicho de una manera más decorosa: de empleado, de base de la pirámide. Durante esos años le subieron una sola vez unos cuantos centavos a su salario, solo para que ese aumento fuera convertido en un decremento en 2008 gracias a la multicitada crisis financiera que arruinó la vida de millones de personas derivada de la impune y hasta premiada avaricia criminal de los banqueros. La excusa bajo la cual le redujeron el sueldo fue que “las ganancias del dueño habían ido en descenso” varios meses en fila lo que obligó a la “dolorosa pero necesaria medida” –las últimas comillas hacen honor a la inexcusable fraseología empleada por los fanáticos de la austeridad ajena, como la señora Merkel.  Es decir, para que el dueño siguiera garantizando ganancias razonables sus empleados deberían hacer alquimia con sus ingresos. O como dicen los ideólogos de la competitividad: lo mismo con menos. La historia de siempre, pues.

Desde entonces, el progenitor de este jaguar trae a la casa fruta, jabón para trastes y papel sanitario como su compensación al salario.

Pero vamos a abrir el foco para tratar de entender las causas de lo que está sucediendo. Volvamos a la empresa familiar de origen italiano. Quizá no le iba tan mal a pesar del Cártel del Cobre, después todo, sus productos eran adquiridos por gigantes como Nestlé, consorcio de “clase mundial” que le compra el café a los agricultores chiapanecos a precios de siglo XVIII. “Deliciosos” productos como el Nescafé tiene en México un enorme mercado cautivo que necesita rellenarse semana tras semana, lo que implica chamba segura,  aunque podríamos especular que si Nestlé se hubiera enterado de que su proveedor tenía mermas ocasionadas por una organización del tipo de la del P, los lacayos del coloso de origen suizo se las hubieran arreglado para obtener un descuento por “riesgo de desabasto por paro de línea derivado de falta de herramental para mantenimiento correctivo de las estaciones de trabajo”, o por algún otro terminajo de esos sabrosos que se saben inventar los costólogos. Eso y el chantaje de mudar sus pedidos con otro proveedor, desde luego (para ver si obtienen otro descuento).

Con todo, con mermas o sin mermas, la paloma y el nido siempre serán la paloma y el nido.
Existen otras empresas familiares a las que les va mucha mejor en México, como la educadora-de-generaciones-enteras por excelencia, Televisa.  Aunque cotice en la bolsa, la empresa que ha dado risas y lágrimas a millones de mexicanos sigue siendo mayoritariamente de una familia, Los Azcárraga. Y, como dice la canción, “pasarán más de mil años, muuuchos más”, y esta empresa familiar seguirá sin pagar IVA. Aunque su titular acumule miles de millones dólares, ellos seguirán sin cumplir su carga fiscal, porque el régimen que ellos mismos sometieron así lo permite. Y Los Azcárraga seguirán haciendo del enclenque Instituto Federal Electoral lo que les dé su rechingada gana. Y seguirán imponiendo candidatos de porquería a cambio de cientos de millones de pesos  del erario sin que nadie los ponga en la cárcel, etc, etc, etc. He aquí el meollo argumentativo maestro del guión que nunca fue –no se aceptan risas.

En este punto se podría pensar que todo lo anterior se trata de una vil justificación, de excusar el robo hormiga con los latrocinios de los poderosos. No es así. Es aquí cuando traigo a la memoria las líneas del tan echado de menos Carlos Monsiváis, de un editorial suyo de febrero de 2008, cuando planteaba si en los narcocorridos  había apología del delito y la delincuencia, a lo que él mismo contestaba: “más que celebración del delito, los narcocorridos difunden la ilusión de las sociedades donde los pobres tienen derecho a las oportunidades delincuenciales de los de arriba, […] es dar cuenta de aquellos que, por vías delictivas, alcanzan las alturas del presidente de un banco, de un dirigente industrial, de un gobernador, de un cacique regional felicitado por el presidente de la República.” Y de estos últimos habría que rematar: cuyos actos legalmente no son delitos,  por más ilegítimos o brutales que sean.

Pero lo mejor de la producción venía de la mitad para adelante (al menos para los realizadores): los viajes, cuando brincáramos el charco para entrevistar a las células independientes tipo Anonynomous del encumbrado Cártel del Cobre, y conocer así sus motivaciones.

Como dice el dicho: “Pa’que vean que en el San Juan Primermundista también hace aire”.

En Inglaterra, la sede de los Juegos Olímpicos que están a dos meses de inaugurarse,  se están robando los rieles de los ferrocarriles para fundirlos y venderlos por libra. Por muchas libras. Se están robando los cables de red, de teléfono y hasta el metal de las estructuras de las iglesias. La edición del 27 de marzo de Los Angeles Times consigna un caso de robo de cobre particularmente sensible (breve extracto):
“La iglesia de St. Andrew en Chelmsford, en el sureste de Inglaterra, es un ventilado edificio de piedra cuya construcción se remonta a la Edad Media, y del que sobresale su tejado cubierto de cobre. El templo, que sobrevivió a una bomba que cayó muy cerca durante el Blitz de la Segunda Guerra Mundial, no pudo librar otra batalla ahora contra los ladrones de metal que comenzaron a arrancarle la cubierta  en abril pasado. Al menos una cuarta parte del techo ha desaparecido, lo que llevó a otro desastre, cuando cayeron lluvias torrenciales en octubre pasado, empapando la estructura de madera e inundando el órgano de abajo. El instrumento está fuera de servicio ya que necesita reparaciones que ascienden a los 24 mil dólares.”

La misma información fue anticipada 3 meses antes por la BBC http://www.bbc.co.uk/news/uk-england-essex-16409785. El Universal de México publicó este domingo que el Gobierno del Distrito Federal registró un aumento en el robo de cableado público del 627% de 2008 a 2010, pasando 2.81 hurtados a 20.45 kilómetros hurtados (!!!). Cien pesos cuesta ya el kilo de cobre en el mercado negro. El Cártel está incontenible.

Vemos, pues, cuán rápidamente los instrumentos o mecanismos desatados por el hombre se salen de control.  Se trata del desfase o desproporción entre las causas y los efectos de nuestras fabricaciones, que ha sido retomado de otros autores por Javier Sicilia una y otra vez en sus textos,  la desproporción de lo que comienza con un acto aparentemente insignificante y se convierte en lo inconmensurablemente grande. El robo de un metro de cable escala inmediatamente a los 100 metros que quitaron del generador de un hospital en Gales en diciembre pasado, cancelando 81 cirugías. La ceguera derivada de esta desproporción, cito al propio Sicilia,  es  la que “nos condena a concentrarnos en nuestro micromundo, a perder de vista la verdadera dimensión del horror y a sentir que son otros siempre los responsables.” (Proceso 1730).

Es esto de lo que tenemos que salir.

domingo, 22 de abril de 2012

Lo sutil y lo no tanto


Visitar la tristemente todavía nación más poderosa y más odiada del mundo siempre es algo edificante. Sí. Por más que muchos de mis amigos paisanos, que ya han pisado lugares más “neutrales” como Cuba,  o España o Canadá se salgan con formulismos  fáciles como el de “allá no hay cultura” (un servidor mismo empleó en varias ocasiones esa severa afirmación) cuando se sugiere una visita al vecino país angloparlante, seguiré sosteniendo que mirarnos en este otro es, por sí mismo, útil hoy en día, al menos  por el mínimo ejercicio de acercamiento en ese espejo –Octavio Paz por doquier en estas líneas-, aunque se trate del espejo de la esquizofrenia: el reflejo de quien se observa y no se reconoce –ver “¿Y tú cuánto cuestas?”.  Aunque bueno, a estas alturas de este mundo en colapso, ¿quién no tiene reflejos esquizofrénicos?

I.
Estados Unidos es una potencia que se maneja, hacia fuera de sus fronteras,  principalmente en la dimensión de lo grotesco, inmoral y aún atroz, para muestra un botón: los cientos de miles de víctimas civiles en Irak y Afganistán –menores, sin embargo, a los millones de vidas cobradas en el sur de Asia hace 50 años (Vietnam, Norte de Laos, Camboya, Indochina), como consignó hace un par de meses el infaltable estadunidense Noam Chomsky. Ya ni mencionar su obscena relación con Israel. México en cambio se parece mucho a su vecino del norte en la escala de la infamia, pero al interior de sus fronteras: 60 mil muertos oficiales en 6 años –muchos menos de los que manejan fuentes castrenses, que han contribuido con la mayor parte de ese cementerio y 60 millones de extremadamentepobres en un territorio que apenas tiene el doble de habitantes. Por otra parte, México es parco, errático, indiferente y autista en su política exterior –excepto en lo relacionado con Estados Unidos, por supuesto, con quien se porta servil: Centroamérica solo nos merece atención para repatriar en féretros a ciudadanos de esa parte del continente. Y el colmo: la reciente abstención de México ante la ONU en la votación sobre el reconocimiento del Estado Palestino. 

También al contrario, Estados Unidos emplea formas más sutiles de dominación a nivel doméstico. (Aunque la crisis de 2008 y la actual no tengan nada de sutiles).Pero si en México hace falta ir a la vuelta de la esquina para constatar la miseria y la inseguridad, aquí es un poco más difícil constatar los mismos flagelos. Hoy en día, en este lado de la frontera, el muy mexicano dicho del “no pasa nada” puede engañar muy fácilmente.

Ideología adherible.

En la Ciudad de México cuando no tiembla hay manifestaciones, que para los defeños *no es más que una manera menos geológica de temblar.  Pero en esta parte de Estados Unidos, California –la zona geográfica fuera de México con mayor número de mexicanos-, las protestas se están haciendo el trending topic de facto: contra recortes en sectores sociales, contra el alza en colegiaturas universitarias, contra los múltiples abusos del banco Wells Fargo –estos últimos dos temas por sí solos meritorios de comentarios en otra ocasión. Desde luego, todo lo anterior sucede generalmente en grandes plazas del Golden State: Los Ángeles, Sacramento, Oakland. En el resto de las ciudades costeras pudientes son el sticker y el automóvil los que mínimamente dicen “algo” sobre los temas efervescentes del momento y los viejos lugares comunes (la promoción de causas humanitarias de democratización offshore, entiéndase las citadas invasiones de Irak y Afganistán ). 


“Driver carries no money cause Obama took it all”, “Repeal ObamaCare” (en referencia a la ley de cobertura médica “universal” impulsada por el cada vez menos comercializable Barack Obama, que sigue en medio del debate nacional), “Proud father of a marine soldier” y “Support our troops” (mucho más copiosas que las primeras dos consignas). No podía ser de otra manera en el imperio absoluto del motor de combustión interna, y como es de esperarse, las minúsculas sentencias se ven eclipsadas de la atención pública por las monstruosas  camionetas F150 Raptor y F350 de 5.2 litros de capacidad –y más- que están en boga y que comparten el asfalto con los demás conductores. (Long live the Global Warming!!!)
Momento. Hay otro tipo de consignas. Ese monigote que ya lleva un par de años apostado bajo el rayo del sol en el mismo semáforo de siempre, contemplando los mismos conductores indiferentes de siempre, ya de un Cadillac, ya de un Mercedez, ya de un Maserati, sosteniendo una pancarta que dice “Doing all we can but still need help, God bless”, ¿qué abismo nos está anticipando? ¿Qué nos dice la desproporción de un coche de más de cien mil dólares frente a un “sincasa”? (Ya ni hablar de lo que nos han venido anunciando por décadas los niños de la calle en México y sus parientes cercanos, los ninis)

Quizá nos está anticipando lo que hasta la CIA ya reporta: que los Estados Unidos de América tiene una concentración del ingreso mayor que la de Venezuela –¡Sí, la del mismísimo Hugo Chávez! Quizá nos anticipa también lo que ya está sucediendo: el aplastante desempleo que está en las cuatro esquinas del globo y que parece que en el próspero Orange County tampoco ha mengüado. Un extracto de un estudio reciente del Pew Research Center publicado por Los Angeles Times el mes pasado, alertaba sobre la llamada generación boomerang, compuesta por aquellos adultos jóvenes que se ven obligados a regresar a la casa de sus padres ante las nulas oportunidades de forjar un futuro por su propia cuenta: 29% de los jóvenes de entre 25 y 34 años han vivido en casa de sus padres en algún momento de la crisis económica de los últimos años. Para una cultura que acostumbra echar a volar a sus hijos desde los 18 años, el que éstos vuelvan al nido 7 años después tiene sus implicaciones. En tiempos de crisis la familia funciona, afortunadamente.

Al desempleo se suma la terrible depreciación de lo único valioso que posee la clase trabajadora: sus bienes inmuebles. Mi tío Arturo y su esposa han visto como el apartamento dúplex que adquirieron hace años por 470 mil dólares ahora vale tan solo 125 mil. Este hecho singular respalda lo denunciado por David Brooks en su columna American Curios de La Jornada el 2 de abril pasado: “resulta que la bolsa de valores [es decir, los dueños del dinero] tuvo un incremento de billón y medio sólo en el último trimestre de 2011, mientras los del 90 por ciento [los restantes, los que NO son dueños del dinero] tienen casi siempre sus casas como el mayor de sus bienes, pero el valor de sus inmuebles se ha desplomado más de un tercio desde 2006.”


II
Las sutilezas del lenguaje (con cariño para el anarcopunkismo)

Chuck es veterano de Vietnam. Perdió su empleo hace un par de años, cuando tenía 67, y ahora tiene un puesto de medio tiempo como gerente nacional de ventas de una empresa de seguridad que provee sistemas de seguridad con audio y video para peces grandes, principalmente dependencias de gobierno. Nada mal. “Entre las personas que conforman la empresa, contamos con exmiembros de la  CIA, la National Secret Agency y la Secretaría de Defensa”, afirmó ufano. Por esos días, este intentador de cuentahistorias se había dejado la barba crecida y desarreglada. Chuck me observó y comentó: “me gusta tu barba, nuestro hijo D*** también la usa así, sin embargo, yo le digo que no debería usarla tan desarreglada…, podría parecer terrorista”. Ring! ¿Te-rro-ris-ta? ¿Escuché bien? Recordé que tan solo unos días atrás, un 11 de marzo por cierto, -fecha que se ha convertido en referente de tragedia en la historia contemporánea- un sargento del ejercito estadunidense acabó con la vida de 16 personas inocentes en dos aldeas de las afueras de la provincia de Kandahar. El asesino, que seguramente no traía barba, se salvó de ser llamado por los grandes medios occidentales como lo que es, un te-rro-ris-ta, como denunció el vilipendiado Robert Fisk (cita textual de su columna publicada e 17 de marzo en The Independent) : “un soldado que debió haber sufrido un colapso nervioso” (The Guardian), “un truhán” (Financial Times), cuyo “escándalo” (New York Times) fue  “sin duda cometido en un acto de locura” (Le Figaro). Es decir, como alguien a quién meramente “se le fue la hebra”, y no un cruel y desalmado terrorista, como hubiera sido etiquetado si el asesino hubiera sido afgano, especialmente talibán, insiste el legendario periodista.

(Suspiro profundo). Hubiera sido muy fácil espetarle a Chuck que en mi imaginario un terrorista se parecía más a su hijo “D”, o a cualquier joven con aspecto de jarhead –corpulento, tez blanca, corte militar- y con uno de sus autos con portaplacas que dicen “U.S. Marine Corps” o “United States Air Force”. Hubiera sido menos fácil explicarle que la palabra terrorista pertenece a la jerga de los acólitos de la dominación: los medios de comunicación de las potencias occidentales y los señores de la guerra: los Obama’s, los Netanyahu’s, los Calderones, empleado para designar las acciones de violencia y terror del otro –Hamas, el Talibán, los Zetas-, pero nunca para llamar a sus propias acciones viles, como la infestación, ocupación y destrucción de naciones enteras. Más difícil aún habría sido intentar transmitirle que el lenguaje pesa y que la violencia se perpetúa en el lenguaje de forma invisible. Que importa mucho –negativamente- cuando los humanos generalizamos ideas con expresiones  como “los gringos son…” o “las mujeres siempre…” o “es que los indígenas”;  que los estereotipos viven en y se reproducen a través del lenguaje, y que hay que censurarlos. Quizá valía la pena intentar todo esto, pero no lo hice.

Quiero pensar que tuve una buena razón: las circunstancias no eran las adecuadas. Chuck y su esposa se encontraban visitando a una mujer enferma. Su esposa, Margie, había ido a acompañar a esa enferma,  mi madre, en el incierto camino previo a una operación de tumor cerebral. Margie y Chuck son cristianos, y creen en la importancia de dar de sí en los momentos difíciles de la vida. Gracias a Margie, la autora de mis días pudo dar con la raíz del problema –el tumor- y no seguir acudiendo inútilmente con oftalmólogos mercenarios que no atienden a nadie que no cuente con una aseguradora que cubra los gastos médicos, y que no le ofrecieron ninguna alternativa. (La culpa la tiene el sistema, no lo médicos, dirán).

No justifico el desliz de Chuck, trato de rescatar mejor  las buenas acciones. La esperanza y esto puede ser lo último que nos queda: identificarnos con los demás en las acciones constructivas –incentivándolas, reconociéndolas, mejorándolas- y, desde luego, educar para acabar con las malditas ideologías y los discursos de dominación, al menos para abrir boca.  Reconocer, por ejemplo, que de decenas de enfermeras y asistentes de enfermeras  que en algún momento cuidaron a mi mamá –también hubo enfermeros, pero en mucha menor proporción-, las más comprometidas, las más cariñosas, las más humanas y sí, las más amorosas, fueron las estadunidenses Y las mexicanas. Desde Zacatecas (Gaby) hasta Minnesota (Lynette), y desde Jalisco (Luz) hasta Texas (Latisha), enfermeras y enfermeros nos dieron nada más que amor.

Reconocer que, -vuelvo otra vez a “¿Y tú cuánto cuestas?- una cosa es el gobierno de los Estados Unidos –podrido desde la médula- y otra muy diferente es el pueblo de los Estados Unidos. Un pueblo que, al igual que el pueblo mexicano, ha sufrido y resistido numerosas expoliaciones, muchas de ellas en curso hoy en día. Reconocer que así como los mexicanos nos debemos, sin saberlo, a nuestras máquinas de la ignorancia - la SEP y el SNTE, la Iglesia Católica, Televisa y TV Azteca y los partidos-, los estadunidenses padecen -aunque tampoco lo noten- el fanatismo de la Iglesia del Rifle (la NRA), Hollywood y su sociedad del espectáculo y el sistema carcelario más grande y temible de todo el mundo. (Los mexicanos, desde luego, padecemos también la abominable industria armamentista estadunidense).

Las cosas que nos hacen diferentes, como naciones, culturas o individuos son muchas menos de los que creemos, menos aún en tiempos de crisis. Somos más los que queremos ser iguales. Somos más los que podemos dar amor.

Con todo mi cariño, profunda admiración y agradecimiento para todo el personal de Mission Viejo Hospital St. Joseph, en especial para Amanda (terapia intensiva, TI), Gaby (Cuidado Progresivo, CP), Lynette (CP), Jennifer (TI), Jorge (CP), Betty (TI), Latisha (CP), César (Cuidado Progresivo, CP), Luz (CP), Dolores (CP), William (CP), Soria (TI), Diane (TI), Popovich (terapia del lenguaje), Justin (CP), Dr. Kim (neurocirujano), Dr. Yang (internista),  Tino (limpieza), Noemí (transporte), Gaby y Alicia (nutrición), Teresa (limpieza), David (terapia ocupacional), Lori (TI), Sonia (CP), Esmeralda (CP), y varias personas más de quienes se me escapan sus nombres, pero nunca sus rostros y acciones.
Mención aparte merece la familia de mi mamá, mi familia: Elena y Alfonso, Israel e Ivette, Mayté y Roberto, Gaby y Paulina; Rita y Porfirio, Estela y Scott, y una larga lista de amigos y conocidos de mi madre. Gracias a todos por su hermosa generosidad. Gracias a todos por sacarnos del hoyo. 

jueves, 8 de diciembre de 2011

La Feria del Libro del Narco


Un robo menor –una mochila prestada y un par de libros de poesía nada menores- fue la inauguración que la Feria Internacional del Libro (FIL) tenía preparado para este escribidor y que coadyuvó a que su carrera meteórica como promotor editorial terminara dramáticamente. Un atraco no tan menor- 10 ejemplares del nuevo libro “Las Guerras de Justo”, del historiador y analista político yucateco, Francisco José Paoli Bolio, fueron el recibimiento que sellarían la suerte en las ventas de la editorial Keh –“venado” en maya yucateco. Nos habían “venadeado”.

Recupero rápidamente el tema del subcontratismo que abordé en mi último post para expresar que los encargados la seguridad intramuros del recinto ferial, la Expo Guadalajara, fue administrada por la casa de seguridad “Centurión”, que para la labor de cuidar los libros –principalmente libros- de la feria más grande e importante del país se sirvió de decenas, quizá de cientos de jóvenes estudiantes prestantes de servicio social, con escala o nula formación en la disciplina de la seguridad.

¡Pero es mi culpa! “Bueno, finalmente uno es responsable de sus cosas, ¿no joven?” Me espetó Adrián Lara, encargado de “todo-eso-de-seguridad” por parte de la FIL, ante mis furibundas reclamaciones. Lo que debimos haber hecho, entonces, es llevar la caja de 12 kilos de libros en los hombros hasta el mismo baño cuando los esfínteres no entendieran de explicaciones.

Cuando la frustración y la impotencia se ahuyentaron, decidí reconciliarme con la famosa “fiesta del libro” y me dispuse a entrar de lleno en el programa de presentaciones, conferencias y firmas de libros.

Pero antes de continuar, volvamos unos días antes del 26 de noviembre, fecha en que se inauguró la 25ª. Edición de la FIL. La mañana del 23 de noviembre, los Zetas, ese grupo de patriotas que se ha indignado ante el colaboracionismo del cártel predilecto de la sexenio calderonista –el Cártel de Sinaloa- con el gobierno norteamericano, decidió que si la FIL cumplía 25 años, ellos lo recordarían con 25+1 muertos abandonados sobre la avenida Lázaro Cárdenas, junto al monumento de los “Arcos del Milenio”. La mayoría de los cuerpos pertenecían a jóvenes y adultos pobres que no tenían nada que ver con el crimen organizado: un almacenista, un panadero, un vendedor de hamburguesas, un chofer repartidor de agua purificada, un vendedor de una tienda departamental…(Ver Proceso No. 1830).

La Feria ya había sido marcada por la violencia.

Mario Vargas Llosa, el premio Nobel peruano, que alguna vez se atrevió a opinar sobre la “dictadura perfecta” en México bajo el régimen priísta, deleitó a propios extraños en la inauguración con su sonrisa característica, al lado de la igualmente prolífica, pero no tan famosa como el latinoamericano, Herta Müller, del país invitado, Alemania. Si Alain Delon y Elizabeth Taylor vencieron el miedo –me imagino que cuando visitan una ciudad extranjera leen los periódicos locales antes de arribar- e hicieron presencia en el desastroso puerto de Acapulco durante el muy venido a menos Festival Internacional de Cine, ¿por qué los escritores se habían de echar para atrás ante el grotesco acto de terrorismo de tirar 26 muertos en la calle?

En los escaparates de las grandes editoriales y mayoristas como Santillana, Oceano, Gandhi, Gonville, en las voces de ciertas personalidades y desde luego, en los comentarios de los ciudadanos de a pie “sí, yo vi los cuerpos de los ‘Arcos’, había un chingo de tráfico…”, se reproducían los ecos del tema que llegó para quedarse, el narcotráfico y la farsa de guerra que vivimos.

Casi de forma paralela a los eventos masivos convocantes de figuras de altos vuelos como el laureado Fernando Vallejo –que se aventó al puntadota de invitar a no votar a una nación de apáticos políticos-, Juan Gelman, Fernando Savater, los caricaturistas Magú y Trino, entre muchas otras plumas notables, se gestaba, como ya es tradición cada año en la FIL, el Encuentro Internacional de Periodistas. Ahí, un maicero, dio otra probada al putrefacto abismo de la guerra sin fronteras, como fue titulado el encuentro por los propios organizadores.

En efecto, un guerra sin fronteras es esta que vivimos, sin linderos territoriales, morales, éticos, o conceptuales. Una guerra que lo mismo la planean los altos mandos de la cínica e infame DEA que los narcomenudistas de una colonia popular. “Ninguna escritura alcanzará a describir el infierno que vivimos”, declaró Javier Valdés, periodista culichi y director del diario Ríodoce, que ya fue escarmentado con una granada tirada a las puertas de sus instalaciones en la capital sinoaloense.

En su conferencia titulada, “Historias desde la Trinchera”, al lado del valientísimo y calificado periodista Diego Enrique Osorno –el mismo que escribió el insufrible libro “Nosotros Somos los Culpables”, sobre el incendio de la Guardería ABC-,y del no menos destacable Froylán Enciso, oriundo de Mazatlán y especie de híbrido de historiador y periodista, Javier habló de su visión apocalíptica sobre que sucede en su estado natal y en muchas otras partes del país.

“Es ésta una sociedad narca, una sociedad que metió al narco a su alcoba…, para copular”, expresó con firmeza Javier. Sus palabras, que recuerdan la lapidaria frase del eminente Doctor Buscaglia: “la delincuencia organizada en México es de estado”, retumba no solo en las paredes del salón de eventos, sino en las inquietas y aún tiernas mentes de los estudiantes de periodismo de la Universidad de Guadalajara, que se habían levantado temprano esa mañana de sábado para escuchar a los que tienen por maestros. Los aprendices parecen cuestionarse a sí mismos: ¿en verdad somos una sociedad narca? ¿Una sociedad narcotizada?

A pesar de las pocas cifras actualizadas respecto al consumo interno de estupefacientes –el gobierno ha hecho lo suficiente para no actualizarlas- son cada vez más las voces autorizadas que aseguran que el consumo de drogas blandas y duras en México se ha disparado en estos cinco años de “guerra”. Un día de esta semana, por la mañana, me percaté olfativamente de que un trabajador de limpieza del ayuntamiento de Zapopan –un señor de unos 55 años de edad- se echaba un churrito a manera de refrigerio en la mitad de su jornada laboral, que consiste básicamente en recoger la basura de los contenedores públicos de este barrio de clasemediero. Al día siguiente, este consumidor de alcohol -droga de entrada a las demás- observó cómo la barmaid de la taberna a la que acudió, una joven de aproximadamente 23 años que comenzaba su turno a eso de las 6 de la tarde, se echaba su respectivo toque de marihuana para “agarrar inspiración”. Probablemente estos avistamientos, totalmente circunstanciales, no sean indicativos de ningún patrón, aunque no deje de llamar la atención que sean precisamente dos trabajadores, de muy diversos giros, los que recurran a este tipo de alteradores de conciencia.

Volvamos con las “trincheras”. En su intervención, Diego Enrique Osorno habló de lo que debería ser el periodismo infragalista –no me pregunten qué significa exactamente “infragalista” porque ni el dios Google arroja ningún significado. Un periodismo que inyecte un poco de oxígeno en la atmósfera viciada por la labor casi propagandista de las televisoras por excelencia. Un periodismo que hable de otras muchas cosas, que aborde las infamemente llamadas “bajas colaterales” desde otra perspectiva que no sea la de contabilizar cuerpos, que deplore los sitios horrendos y horrendamente famosos como el Blog del Narco, que denuncie a esta guerra como lo que es: una matazón, una masacre, una farsa donde nadie ganará ni nadie perderá porque perderemos todos. Un periodismo que también hable del calentamiento global, de la depredación de reservas naturales a manos de hoteleros mexicanos y extranjeros, de la violencia en la lucha libre y del sudor en la frente de los niños que trabajan en los ingenios cañeros del país. Redondeando: un periodismo que dé una lección de ética a este pueblo en estado de descomposición, que eduque a sus lectores e incluso “alfabetice mediáticamente” al público acrítico, como escribió Elia Arizbeth Rodríguez Pacheco, maestra en Ciencias Sociales por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, en su artículo “La Reproducción de la Discriminación en las Representaciones Socioculturales de la Cultura de Medios”.

“¿Cómo protegerse en una labor tan arriesgada como es el periodismo que ustedes realizan?”, pregunta un joven estudiante como quien pregunta sobre el secreto de la juventud eterna. “No hay garantías de nada”, responde Valdez, autor del libro Los Morros del Narco, “tienes que saber dónde te mueves…, cada caso particular tiene sus límites, debes confiar en tu experiencia y en tu instinto.” Más tarde, en la presentación de su libro, Valdez abundaría sobre cómo cuidar el propio pellejo: “tú podrías pensar que cubrir un accidente automovilístico en una zona céntrica de Culiacán no puede representar ningún riesgo para ti, pero conforme te empapas de lo sucedido encuentras que el automóvil que chocó a los demás, que estaban estacionados, era un Camaro 2011, sin placas, conducido y tripulado por sujetos en estado de ebriedad, que iban manejando como locos…, y hubo muertos, gente inocente, que tuvieron la mala suerte de atravesarse en el camino de esos imbéciles, y te da rabia..., pero al final te das cuenta que esos borrachos asesinos están metidos en cosas muy gruesas, que son prácticamente intocables; entonces no publicas la nota. Me avergüenzo de decir esto, pero así son las cosas hoy en día.”

El mazatleco Froylán Enciso es el otro mosquetero que daría con otro clavo a la misma pregunta: solidaridad. Que los atentados contra medios independientes no se queden en el silencio, hay que denunciar, salir a las calles, sentir como nuestra esa afrenta, esa amenaza, ese asesinato. El egresado del Colegio de México le compartió al público que él es un renegado permanente: cuando renegaba de la inmediatez constante del oficio del periodismo volvía a sus investigaciones históricas, y cuando se hartaba de éstas volvía a las trincheras, aunque a él siempre le ha parecido chocante el tener que tomar una trinchera. Se volvió entonces, un “traficante de historias”, un intermediario.

Froylán recién le traficó a sus compas la fascinante historia que encontró en un documento diminuto del Archivo General de la Nación sobre uno los primeros productores de opio en Sinaloa. El principal de ellos, Melesio Cuén, quien además de narcocultor fue tres veces presidente del célebre municipio de Badiraguato –ahí donde nació don Joaquín Guzmán Loera-, todo esto en los años 30’s del siglo pasado. Además de gomero el viejo Cuén, abuelo del actual alcalde de Culiacán, Héctor Melesio Cuén Ojeda (!!!), era todo un empresario: fue médico, comerciante, agente minero, propietario de la funeraria del pueblo y acaparador de la venta de combustible; algo así como la especie transitoria entre el liberalismo y el neoliberalismo. En palabras de su nieto Héctor, el viejo Cuén “ha sido un gurú para mí, un ejemplo.”

Enciso desnuda el racismo de sus paisanos: contrario a los prejucios de los sinaloenses hacia los chinos, éstos últimos no fueron quienes iniciaron el tráfico de drogas en Sinaloa.

Casi sin quererlo, el híbrido Froylán abre la puerta para la idea propuesta por Diego Enrique Osorno: los periodistas de estos tiempos oscuros deben ser, más que nunca, hombres y mujeres universales, que abreven de todas las fuentes posibles para enriquecer sus investigaciones, que sean atentos y solidarios con todas las trincheras, con todas las luchas. Si tan solo se les garantizara el derecho a ejercer su profesión libremente…

Seguirá…

Si quieren enterarse más del valioso esfuerzo de estos y otros periodistas dignos, entren a http://nuestraaparenterendicion.com/index.php, http://www.riodoce.com.mx/, http://periodistasdeapie.wordpress.com/

Por cierto, les recomiendo un documental buenísimo que aborda, aunque casi de pasada, el estilo de vida de los Zetas vestidos de traje y otros criminales: prostitutas, cocaína, alcohol, saqueos, cinismo y humor negro. El filme se llama “Inside Job”, y lo narra Matt Damon.

Un abrazo, maiceros!!!

martes, 11 de octubre de 2011

Frases sueltas sobre un país subcontratado


Hola, trabajo para un contratista (“colaborador oficial”, dicen pomposamente) de los Juegos Pan-Improvisados Guadalajara 2011. Mi trabajo no es tan malo, excepto por el hecho de tener que hacer malabares de bilis todos los días al constatar cómo se maneja mi país.

Como es ya del dominio popular, el estadio de Atletismo (¿no las olimpiadas comenzaron precisamente con pruebas de atletismo?) aún no está listo. Sí, a 4 días de la magna inauguración ¡¡¡ AÚN NO ESTÁ LISTO!!! La nota del medio oficial de los Juegos Pan-Improvisados informó ayer lunes que el Delegado Técnico de la IAAF (Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo) hizo una visita al Estadio Telmex –no podía ser llamado de otra forma que “Telmex”- para “corrobar los adelantos en el inmueble panamericano cuyas obras de construcción están a punto de culminar”. ¿Adelantos? Si la novia aún no tiene su vestido de novia a 4 días del casorio, ¿se puede decir que está “adelantando” algo? Por si lo anterior fuera poco, el delegado de la IAAF, cuyo ánimo justificativo es casi tan cuestionable como lo que a continuación citaré, mencionó que “la lluvia ha retrasado los trabajos en el inmueble panamericano y por ello sugirió la posibilidad de que las empresas contratistas trabajen de noche para cumplir con el tiempo de entrega…”

Para redondear el patetismo de este circo: todo mundo en Guadalajara dice que este año no ha llovido tanto como otros.

¿Hay alguien en este país a quien le importen genuinamente los Juegos Panamericanos?

Externalizing machine: el paradigma del subcontratismo. El actual subdirector del “colaborador oficial” fue contratado por el contratista que paga mi nómina. El subdirector se jacta de saber mucho, qué digo mucho, demasiado de deportes; su patrón, mi patrón, se jacta de saber demasiado de negocios. Debe serlo: de la nada consiguieron el hueso que consiguieron sin tener previa experiencia en una competencia internacional de este calibre. “En teoría” –y en México, la teoría, las leyes, no están tan mal, el problema es la práctica- ambas partes –el bisnesmen y el gurú de los deportes-, deberían entenderse profesionalmente. Pero no es así. Al gurú, y cito: “le caga la gente”, así que está más interesado en sumergirse en su autismo ó –cito ahora a un compañero- ver un partido de golf en Groenlandia. Y el bisnesmen no tiene tiempo para lidiar con gente. Así que, “eso es lo de menos”. Págales no tan jodido y con eso tienen.

PRECAUCIÓN: cuando la infraestructura y la estructura fallen, no aborte misión, simúle.

Cuando hasta hace un par de semanas una compañera de trabajo le preguntó al “encargado” de sistemas qué pasaría si el internet fallara durante los Juegos –como lo ha seguido haciendo-, éste replicó: “¡que la boca se te haga chicharrón!”

Superstición mata volición.

Cuando los indignados no se autoproclaman como “indignados”, ¿dejan de serlo?

Los de arriba siempre han subestimado a los de abajo… hasta que se ven forzados a dejar de hacerlo.

Y los de abajo se cansaron. Cayó la última piedra en el buche: contrataron a gente “externa” para realizar la mejor parte del trabajo por más dinero.

Un ciudadano extranjero trabaja para el mismo “colaborador oficial” –no diré su nacionalidad para no seguir fomentando prejuicios- y opina que Emilio González Márquez, Gobernador del estado de Jalisco, y al mismo tiempo Presidente de Comité Organizador de los Juegos Panamericanos (COPAG), y al mismo tiempo pre-candidato fallido a la presidencia de la República –¿a qué hora hacía todo eso?- “ha hecho “mucho por Jalisco” al traer los Panamericanos. Hasta él se unió a los indignados.

SUGERENCIA: Cuando el modelo económico se agote, agótelo más hasta la aniquilación.

Los de a lado, “en teoría” más cerca de las ubres del presupuesto, no les va mucho mejor: visten uniformes oficiales Nike pero puede pasar más de un mes sin que les paguen.

El gurú misántropo-autista se mostró atónito al ver que la mayoría, sí, la inmensa mayoría lo confrontó: “me sorprende que se hayan puesto de acuerdo en tan poco tiempo”. (Si para avanzar solo se necesita ponerse de acuerdo en un par de cosas y actuar)

La cultura deportiva no enriquece tanto…, bueno, al menos no culturalmente.

6500 pesos al mes deben ser suficientes, según Ernesto Cordero, según el bisnesmen, según el gurú del deporte, para que mis amolados compañeros se desplacen a todos los lugares necesarios para el desarrollo de su trabajo –y vivan, por supuesto- durante las competencias de los Pan-Improvisados.

¿Y los viáticos, ‘apá?

Hace 8 días, en el programa Primer Plano, un politólogo deploraba el caso del apagón en el aeropuerto más importante del país, el de la Ciudad de México, provocado por las ratas que se comieron todos los cables de la instalación eléctrica, e insistía: “¿qué sucede cuando un Estado no puede garantizar sus fronteras –como el propio aeropuerto- y dar una buena cara al mundo?”

Las ratas, decía el filósofo Arturo Montiel, no tienen derechos.

Según los que saben, los Juegos Pan-Improvisados ya dejaron más lana que los de Río de Janeiro en 2007.

Es que en México somos requete fiesteros, así que por eso, y nomás por eso, hemos organizado “La Fiesta de América”.

ADVERTENCIA: ¡se castigará hasta con 4 años de trabajo tirados a la basura a todo atleta que corra con la mala suerte de consumir carne contaminada con clembuterol en la tierra de las carnes en su jugo y las tortas ahogadas!

Menos mal que Vázquez Raña ya “hizo votos porque los Juegos se desarrollen en un marco transparente en cuanto a sustancias prohibidas”.

Los del ITESO (Instituto de Estudios Superiores de Occidente) ya quieren rodar “Presunto Indignado”.

CONSIGNA: Si los bebés de la guardería ABC vivieran, al subcontratista escupieran!

Y la cúpula de los que no se sienten obreros ya prepara el contraataque…

(Con cariño para mis compañeros)

P.D. ÚNANSE A LA ACCIÓN MUNDIAL CONTRA LAS CHINGADERAS ESTE 15 DE OCTUBRE, CHEQUEN LA IMAGEN PEGADA EN ESTE POST. MÁS INFORMACIÓN EN EL LINK DE ABAJO

http://www.mxtomalacalle.org/index.php/15-o


viernes, 2 de septiembre de 2011

Caravana del sur por la paz con justicia y dignidad.


Esperamos informar próximamente sobre la programación del lunes 19 de septiembre, a la llegada de la caravana al zócalo de la ciudad de Puebla.

lunes, 22 de agosto de 2011

Torreón

El sábado de 11 de junio de 2011, la Caravana por la Paz con Justicia y Dignidad emprendió el camino de regreso a la Ciudad de México y Cuernavaca, desde la entrañable Ciudad Juárez. Momentos antes de la medianoche del sábado, rayando ya sobre el domingo 12, los caravaneros arribamos a la única ciudad que nos habría de dar la bienvenida dos veces: Torreón, Coahuila. “¡Sí se pudo, Sí se pudo!”, gritaban emocionados los hermanos torreonenses al ver a los caravaneros entrar estadio-gimnasio de Torreón. Una vez más los peregrinos nos sentimos como los seleccionados del TRI. Y por segunda vez, los laguneros nos agasajaron con los mejores alimentos de todo la travesía.

No es asunto secundario que mencione la cena memorable que el comité organizador nos brinó: tacos al pastor, burritos, tortas, pan dulce (!!!); de beber, aguas frescas de horchata y jamaica, café; y por si fuera poco, melón y sandía frescos, que nos supieron –justo como la vez anterior- a la más grande las glorias después de toda una semana de comer garnachas. Especialmente del melón hablaremos más tarde.

Del lado de los caravaneros, por su parte, crecía la expectación por llegar a Torreón para organizar una especie de convivio general, ya que en Cd. Juárez, por los famosos “motivos de seguridad”, la caravana se separó en contingentes que fueron alojados el jueves 9 en distintas sedes (ni tan “seguridad”, pues en la distribución de refugios, un camión le tocó irse solo y nadie se acordó de ponerle escolta policiaca…, ¡en Ciudad Juárez!); de tal forma que no se había dado la oportunidad de intercambiar impresiones sobre la experiencia vivida por los caravaneros. Los laguneros entendían esto y habían preparado toda una verbena a nuestro regreso.

Pero hoy en día en México, por más que los mexicanos nos empeñemos en fugarnos de nuestro laberinto a fuerza de festejos –tradicionales, importados o hechizos-, no es tiempo de verbenas. Mientras comíamos, un activista local se nos acercó para preguntar por “el tal Pietro”. El lugareño se mostró visiblemente molesto –y con justicia- por la paradójica ausencia del tema de los desaparecidos de Coahuila, en el pacto firmado 24 horas antes en Ciudad Juárez: “los desaparecidos, desaparecieron del Pacto”, exclamó inconforme. Por cierto que esa inconformidad sería recabada semanas más tarde por Marcela Turati en el número 1809 en la revista Proceso.

Vendría más sinsabor. Cuando algunos de los extenuados caravaneros se sentaron a reposar la cena en las gradas del campo de fútbol, uno de los organizadores nos preguntó en el micrófono si nos había gustado la fruta servida en la cena, a lo que el quórum contestó alegre con un “¡sí!”. “Pues bien,” prosiguió, “esos melones y esas sandías fueron una donación especial de los campesinos de La Laguna para la Caravana, pero ellos nos pidieron expresamente que no reveláramos a nadie la ofrenda, porque Los Zetas los tienen amenazados sobre hacer cualquier cosa con sus cosechas”. La manera en que el hombre lo dijo causó risas trémulas en uno que otro fuereño, como si se tratara de un pésimo chiste de humor negro (volveremos más tarde con los melones).

Salvador Campanur, líder del contingente de Cherán, vendría a terminar de aguar el convivio caravanero. Ese mismo sábado 11 se había encontrado en Cherán el cuerpo del compañero purhépecha David Chávez, que había sido secuestrado el 28 de mayo. Salvador prácticamente nos imploró organizar una colecta rápida para comprar víveres y llevarlos en una comitiva especial a su pueblo ese mismo domingo, donde lo esperaban a él y los demás delegados purhépechas para sesionar asamblea de urgencia. La resistencia precisa de provisiones. ¡Qué convivios ni que la manga del muerto!

Dormimos. Al otro día, el que se escribe fue a comprar el único souvenir del viaje: un número del periódico El Siglo de Torreón. Curiosamente, y a manera de premonición, una nota al pie de la portada destacaba las medidas de entrenamiento implementadas por la Universidad de Coahuila con los estudiantes, para saber qué hacer en caso de que una balacera azote la periferia de los campus. Se invirtieron millones en ese programa.

En la sección de la La Laguna del Siglo, venía la nota que coronaría lo sublime-horrible del caso de los melones: en los municipios meloneros de Morelos y Matamoros, los productores enfrentaban serios problemas en sus cosechas, debido a la terrible sequía que azotó la mayoría del territorio norteño en la primavera. Dicho de otra manera: los campesinos nos regalaron un poco de los melones que el cambio climático les permitió salvar –cambio provocado por los gases de efecto invernadero, a su vez emitidos en gran parte por el dios-carro, que poco tiene que ver con la vida del campo- , y, además, haciéndolo bajo amenaza del grupo criminal más temido en el país, los de “La Última Letra”. ¿Por qué todavía hay mexicanos –verdaderos héroes- que pueden dar lo único que tienen en las peores condiciones?

Pues bien, ese hermosísimo y desgarrado Torreón es el que me traje en el pecho. Hoy, más de dos meses después, volvemos a saber el horror que esa ciudad y su gente viven. Horror que por lo demás, en estos dos meses transcurridos, no ha menguado ni mucho menos. Pero contextualicemos un poco más.

Días antes de este sábado 20, cuando ocurrió en el estadio de los Santos de la 1ª. División del Fútbol Mexicano lo que el mundo entero ya sabe, David Penchyna, diputado federal del PRI por Hidalgo, casi “sin querer queriendo”, aceptó en vivo en el programa de Carmen Aristegui, que el estado de Coahuila pasó de un endeudamiento de 320 millones de pesos - antes de que el ahora presidente del PRI, Humberto Moreira, asumiera la gubernatura de ese estado- a 32 mil millones de pesos cuando concluyó su mandato (!!!), dejando de paso como tapadera de ese despilfarro a su hermano Rubén. Para subsanar el “boquetito” en las finanzas públicas, los priístas, campeones mundiales del cinismo, buscan ahora endeudar a los destrozados compatriotas de Coahuila por los próximos 30 años.

Y bien, pues ¿qué sucedió el sábado en el “Territorio Santos Modelo” (el estadio construido con dinero público, pero pregonado como suyo por el monopolio cervecero)? Respuesta: sucedió lo que pasa todos los días en Torreón: balaceras, desaparecid@s, torturad@s, ejecuciones masivas en reuniones sociales de cualquier tipo –en el mejor estilo de Juárez, diría José Emilio Pacheco-, secuestros, extorsiones etc, etc, etc… Solo que ahora sucedió en el último lugar imaginado: el estadio, el sacrosanto templo del fútbol.

En los comentarios de la nota de la balacera en Torreón, publicada por el portal de Yahoo ayer domingo, apareció en segundo lugar un texto que rezaba: “¡no es posible! ¡Ahora ni siquiera puede ir uno a gusto a disfrutar de un partido de fútbol!” ¿En verdad es inconcebible? ¿En verdad es inconcebible que un jugador de fútbol profesional se deje caer sobre el césped por miedo a un balazo, en pleno partido oficial del máximo circuito futbolístico de un país que lleva a cuestas 50 mil muertos? ¿Por qué es tan ominoso el perder la tranquilidad dentro un estadio de fútbol cuando hemos permitido que la tranquilidad se nos vaya de las calles, de los centros de trabajo, de los bares, de nuestras propias casas? ¿No fue el propio Jorge Valdano, campeón del mundo con Maradona, precisamente en el mundial de México 86 –seguramente un México donde el argentino no tuvo que salir corriendo al vestidor debido a una marea de plomo-, quien declaró que “el fútbol es lo más importante de lo menos importante”? ¡¿Qué es lo más importante hoy en México, carajo?! ¿Por qué cuando un ciudadano, padre de un joven asesinado, sale a las calles armado de poesía a hablar de paz, es más importante para no unírsele el hecho de que este ciudadano sea cristiano, besucón, o de plano, medio ”puñal”?

El fútbol es la última institución manchada por la violencia del Narcoestado mexicano. Ojalá que ahora sí, mis paisanos salgan por millones a las calles.

Y para no perder la perspectiva global de nuestras convulsiones, convulsiones que en cierta forma sufren otros pueblos del otro lado del orbe, les dejo este estrujante trabajo de Al Jazeera, sobre los hermanos de Bahrain.

http://english.aljazeera.net/programmes/2011/08/201184144547798162.html

jueves, 14 de julio de 2011

Carta-petición

Les recomiendo que ingresen al link de abajo para hacer una mínima muestra de solidaridad con la periodista y defensora de derechos humanos, la mexicana Lydia Cacho, quien nuevamente ha sufrido amenazas de muerte en fechas recientes.

Aunque para algunos este tipo de acciones solo son "cartas a Santa Claus", creo que empatizar con Lydia no sobra en estos tiempos donde todo mundo se rasca con sus propias uñas.

Saludos.