jueves, 21 de enero de 2010

Slow Down!!!


Primero que nada, bienvenido Nawual!!!

Para los que no lo saben, el señor Maíz padece algo así como una filia obscena por el conjunto inglés Radiohead, y en especial por su líder, el vocalista Thom Yorke. Un servidor mismo es cuasifan de los fulanos anglos. Los que sí son fans, el referido maicero entre ellos, le atribuyen a la música radioheadiana cualidades espirituales que yo todavía no le encuentro…,quién sabe.... Lo que sí puedo asegurar es que sus discos son verdaderas obras dignas de escuchar y admirar.
El disco más emblemático de la banda británica, OK Computer, termina con una singular canción titulada “The Tourist”. Según cuenta la leyenda, este tema lo compusieron inspirados en un singular grupo de turistas gringos que pululaba en los alrededores del Arco del Triunfo, en Campos Elíseos. Estos peculiares individuos estadunidenses querían beberse literalmente la ciudad parisina en 15 minutos -supongo que el recorrido guíado no les permitía más tiempo-, registrando durante todo este largo período, con sus potentes cámaras fotográficas los MÁS momentos memorables posibles y así, regresar ufanos a su tierra natal satisfechos haber "conocido" el país galo.
No es de extrañarse que así sea, la mentalidad norteamericana está diseñada y condicionada para sorprenderse, donde quiera que vayan, de las cosas “grandiosas” –arcotes del triunfo-, “enormes” –piramidotas de Teotihuacan- y “poderosas” –armas de destrucción masiva. Nada que tome más de 15 minutos para dimensionar o medio calcular.
El estribillo principal de esta muy sencilla canción reza: “Hey man! Slow down! Tómate aunque sea un minuto para disfrutar el momento…en tus propias vacaciones!!!

Eso de no saberse tomar un tiempo es un asunto menos local y mucho más universal. Me ha pasado varias veces. En 2003 conocí por primera vez la bella Ciudad de Guanajuato con motivo del Festival Cervantino. Habíamos arribado a tierras mineras unas cuantas horas antes cuando ya había apresurado a toda la tropa con mi plan maestro para conocerlo todo en un par de horas: las momias, la Casa Diego Rivera, la Alhóndiga, el Pipila, etc. Beavis, mi entrañable amigo de la prepa, y que siempre nos ha recocijado con historias increíbles e hilarantes me espetó: “Ok, Roy, vamos a ir las momias, y luego a la Casa Diego Rivera, y luego a la Alhóndiga y luego cada quien a chingar su madre porque acabamos de llegar pero como traemos mucha prisa ya nos vamos!” Jajajajajajajajajaja
En ese momento no entendí su actitud, que me pareció por demás irrealista: ¿cómo íbamos a conocer TODO lo que había conocer sino nos apurábamos?

Si ni siquiera las vacaciones podemos disfrutar a un ritmo lento, qué sucede con lo demás de nuestras vidas???…err, perdón…hay algo más en nuestras vidas?

El consumo por el consumo es una lacra de nuestra “modernidad” que conlleva inherentemente otra lacra: la velocidad por la velocidad. General Motors se mofó del “socialista” Obama y de todos los que creímos y padecimos la crisis financiera global –antecedida por la crisis hipotecaria norteamericana, antecedida por la crisis alimentaria, también global- al maravillarnos, a manera de pomposa resurrección de las citadas crisis, su más novedosísimo, poderosísimo y velocísimo Camaro 2010, que te levanta el Ego –produciendo con ello una erección también- en 4 segundos. (El espectacular dice eso, excepto lo de la erección).

Siendo deidificada por todomundo desde muy temprano en sus orígenes, la velocidad por la velocidad logró erigirse un monumento al que todos pudieramos acceder, para acceder así, a nuestro pedazo de felicidad: evidentemente, el dios automóvil, que en teoría vino a darnos confort, como todas los demás artilugios que hacen las cosas más rápido. ¿Será? (Aquí siento la necesidad de corregir la nomenclatura: la velocidad, si mis clases de Física con el esposo de la Mojarra en la secundaria no me mintieron, es un vector, y un vector se caracteriza por tener, además de magnitud, dirección y sentido. Sin éstos últimos, la velocidad es simplemente rapidez, como el “rapidómetro” de los automóviles, mal llamados “velocímetros”. Dado que nuestra civilización acelera –la aceleración es otro vector- sin dirección ni sentido –tal vez sí, el vacío-, podemos enunciar que en realidad el símbolo y dios de nuestra sociedad global es “la rapidez por la rapidez”, que rima, por ejemplo, con “la estupidez por la estupidez”)
Inundando nuestro inconciente y casi podría decir que nuestra genética, la rapidez por la rapidez ha convertido en rapídisimas hasta las cosas que nos desagradan sean tan rápidas: eyacular. Seamos honestos, ¿cuál es la duración real de una erección que un individuo promedio mexicano de entre 18 y 25 edad puede sostener durante la cópula? ¿Ocho minutos a lo mucho? Tal vez, solo tal vez, si la industria del sexo dejara de infundir a nuestros niños y jóvenes con toneladas de material sexualmente explícito en spots, banners, revistas, series de tv, etc, los seres humanos llegaríamos menos precipitados a nuestros encuentros eróticos –que por nuestro estresante estilo de vida tampoco pueden ser ni medianamente frecuentes-, entonces, la plenitud, sería otra, válgame la expresión.

Los humanos adictos a la rapidez no podemos quitar el freno del acelerador de nuestra civilización porque el Sol de la Tecnología –metáfora sublime del cineasta Godfrey Regio- nos ha cegado cual luciérnagas que somos. Este astro terminó por coparlo todo. La Tecnología, dicen los mercadólogos, es y está en el futuro, y para alcanzar el futuro, hay que ir más rápido.
Quizá este Sol es el que los antiguos nahuas vaticinaron como la hecatombe que terminará con la especie.

Dicen los sesudos historiadores y filosófos que todo se lo empezó a llevar el carajo con la escisión. A decir de Kostas Papaioannou: “La concepción judeo-cristiana desvalorizó a la naturaleza y la transformó en objeto…Al mismo tiempo rompió el lazo orgánico entre el hombre y la ciudad (la polis). Por último, la razón moderna generalizó la escisión, después de haber opuesto el espíritu a la materia, el alma al cuerpo, la fe al entendimiento, la libertad a la necesidad…la escisión terminó por englobar todas las oposiciones en una mayor: la subjetividad absoluta y la objetividad absoluta”.

Si lográramos mirar un poco hacia atrás, en nuestra propia historia americana, cuando el hombre no se había arrancado por completo de la naturaleza quizá encontraríamos algunas salidas al monstruo de la velocidad que algunos intentan hacer posibles ahora. Para esto, nos dice Gustavo Duch Guillot, están los caracoles, los hechos por la Tierra y los hechos por los hombres –igualmente hijos de la Tierra-, para recordarnos que hay otra manera de vivir. Los caracoles, afirma Duch, son moluscos pacienzudos que, si se estresan, viven menos!!! A qué les suena? Viven menos porque el hacer demasiadas cosas implica un gasto de energía que mina otros rubros del individuo que requieren también de energía, como lo es precisamente, la reproducción!!! Además hacen su conchita en revolución hasta que, cuando es demasiado grande, empieza a hacerlo en decrecimiento…, decrecimiento, decrecimiento…Perdón, fue un eco en mi cabeza.
Por su parte, los caracoles hechos por los hombres del sur en Chiapas, son comunidades que desaceleararon y desandaron el camino construyendo pequeños mundos donde caben muchos mundos, donde la agricultura sirve para vivir…despacito.

Después de las orgías intelectuales que cubrieron gran parte del siglo XX, escribió Octavio Paz , deberíamos empezar a pensar con sobriedad.

He ahí una clave.

Disfruten el artículo completo de Duch Guillot en la liga de abajo. Un fuerte abrazo a la comunidad maicera!!!
(Mejor búsquenlo en el Google como "Las lecciones de don caracol y doña caracola" porque este ching#"% blog no me dejó pegar el link)

miércoles, 13 de enero de 2010

Ahora si les dejo los videos de una interesante entrevista realizada el día de hoy al investigador Edgardo Buscaglia. Veanlos, vale la pena.







Saludos maiceros!!