lunes, 29 de noviembre de 2010

Cohesión social y ciudadanía. Más allá de la democracia formal.

a)La decepción.

La elección federal del año 2000 en México representó, para muchos, la culminación de un largo trabajo de incidencia política en el esquema presidencialista de nuestro país. Los movimientos sociales de la década de los sesenta, y la escisión en el partido de Estado en los ochenta , demostraron tener una influencia lenta, y subrepticia, sobre lo que parecía el nacimiento de la era democrática para México.
Esta última afirmación se sustentaba en la idea básica de que la sucesión presidencial y el cambio de partido político vendrían acompañados de una transición real en el régimen político; por fin se tendría la oportunidad de trascender la autocracia que había caracterizado por 72 años a nuestro país.
Sin embargo, diez años después, y con unas muy cuestionadas elecciones intermedias a cuestas , el escenario sociopolítico de México es confuso y anómico . El primer paso hacia la ruta democrática había sido dado, aunque hasta ahora, las requeridas acciones de profundización brillan por su ausencia.
Para Aziz Nassif (pp.54), existen por lo menos cinco causas-síntomas principales en la crisis de Estado:
1.- La inserción del Estado mexicano a una dinámica económica global (más bien dependiente de E.U.A.), que afecta significativamente el perfil de las políticas públicas, y suprime la capacidad autonómica del mismo.
2.-La militarización de los puestos y espacios clave en el área de seguridad pública, lo que conlleva riesgos a la sociedad civil, por la violencia en las calles y los abusos en materia de derechos humanos. Supone asimismo la muy peligrosa sobreposición del poder castrense sobre el poder civil.
3.- Los poderes de la república se han transformado, y el presidencialismo tiene ahora una condición minoritaria, dividida y debilitada. El Congreso ha obtenido una nueva vitalidad política, pero no ha logrado que la clase política establezca una agenda de transformación para el país.
4.- La indefensión ciudadana como consecuencia de los altos niveles de corrupción en el sistema de justicia, que ha sido penetrado por las organizaciones criminales, además de la descomposición de las instituciones del país, suprimidas en su función pública por la acción de los poderes fácticos.
5.- La profunda desigualdad y la destrucción del tejido social en muchas comunidades del país, que alimenta la criminalidad y la desesperanza para muchos ciudadanos.

B)Evitando la vuelta en U.

A pesar del oscuro panorama, y de la invisibilidad de un proyecto viable de nación, no todo está perdido. Los requerimientos mínimos formales de la democracia (como contar con elecciones libres y periódicas, o el derecho a la asociación social o política) con los que el país cuenta, son un buen punto de partida para consolidar los procesos de profundización democrática. Estos procesos conllevan la urgencia de concentrar, cualitativa, y cuantitativamente, el mayor volumen posible de agentes-actores altamente politizados y comprometidos con esta visión común .
Por supuesto que este ulterior paso, se inscribe en lo que se ha denominado “democracia sustantiva”; que debe entenderse como el conjunto de procesos relacionales que dotan de significación y legitimidad a la parte procedimental de un marco democrático.
Para entender mejor la importancia que tiene esta parte significante, es necesario utilizar el siguiente concepto de Estado, que es el terreno de su ejercicio: “un ente artificial constituido por un territorio definido, un gobierno, una población y un conjunto de leyes” (Román Zozaya, 2009: 78-81). Este concepto es útil pues permite diferenciar al gobierno del Estado y equilibra a la sociedad con el primero en su importancia para constituir a este último. Siguiendo con Zozaya: “…así, para que un Estado sea realmente tal, la ciudadanía y el gobierno se deben concebir como parte de un todo del que ambos somos parte.”(Román Zozaya, 2009, 78-81)
Así, esta visión corresponsabiliza a la población en el devenir del Estado, y le supone, idealmente y al mismo tiempo, su empoderamiento, pues arrebata del gobierno(es decir, de la clase política) la prerrogativa del diseño del proyecto de nación.
La corresponsabilidad en el fortalecimiento del Estado conlleva algunos requerimientos mínimos en la condición política de la población. Uno de estos requerimientos, es la cohesión social, que el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo define como: “la dialéctica entre mecanismos instituidos de inclusión y exclusión sociales, y las respuestas, percepciones y disposiciones de la ciudadanía en la manera en que éstas operan” (CEPAL, 2007).
El concepto de cohesión social ha estado históricamente ligado al de nación, por ser ésta la ideología bajo la cual el ethos cultural de la sociedad ha trascendido en la comunidad. En el periodo más álgido del surgimiento del estado , éste recurrió a la evocación de lo mexicano para legitimarse, en un periodo marcado también por el florecimiento del “Estado Benefactor”. Como lo señala Ávalos Tenorio, “…el Estado es también el proceso de unificación o cohesión de los individuos y grupos que forman la asociación o comunidad. Nacionalismo y patriotismo han sido las principales ideologías que expresan y determinan esta unificación…”(Ávalos Tenorio, 2009: 62-67).
Sin embargo, el sistema socioeconómico neoliberal que han adoptado no sólo México, sino la gran mayoría de los países en el mundo, se ha encargado de disolver las identidades culturales que estaban ancladas políticamente en los Estados-Nación. Ante esta realidad, el concepto de cohesión social puede ser la solución: “la idea (de cohesión social) suele evocar un anhelo de comunidad ante un escenario de globalización y transformaciones profundas que muchos asocian con una mayor fragmentación social y una pérdida de lazos estables…” (CEPAL, 2007).
En cuanto a la participación del sujeto en la dinámica social, el país requiere de éste la construcción de su identidad sociopolítica. Es decir, su conversión a ciudadano; pero no ya una ciudadanía esporádica que encuentre su satisfacción en meros aspectos formales de nuestra joven democracia, tales como las elecciones locales y federales de cada cierto tiempo.
Para la reformulación de un Estado sólido, éste solicita la intervención directa de una sociedad educada y entrenada en los valores democráticos, unida bajo la bandera de alguna “religión civil” que, en primera instancia, fortalezca el sentido de pertenencia y responsabilidad a una realidad que le es inmediata. Es decir, interiorizar los valores de la democracia y por qué no, de la República. Por supuesto que teniendo esto sólo abarcaríamos la mitad del trabajo por delante (la otra mitad de la responsabilidad recaería en el gobierno), pero tendríamos una idea mucho más clara de hacia donde dirigirnos.


Elaborado por Maíz.

Libros.

CEPAL, 2007, Cohesión Social, Inclusión y sentido de pertenencia para América Latina y el Caribe. Chile. PNUD.




Artículos de Revistas.



Aziz Nassif, Alberto, 2009, “El severo deterioro del Estado mexicano”, en Metapolítica, num. 66, México, pp. 54-61.


Ávalos Tenorio,Gerardo, 2009, “El Estado mexicano en disolución” en Metapolítica, num. 66, México, pp. 62-67.


Román Zozaya, Armando, 2009, “¿Quién nos defiende?. En Metapolítica, num. 63, México, pp. 78-81.

1 comentario:

  1. Pertinentísimo, señor Maíz. Thumbs up!!! Una disculpa por leer su ensayo casi tres meses después. En fechas próximas volveremos a abordar del tema de la cohesión social cuando veamos un pertinente documental que la gira de Ambulante anda proyectando.
    Saludos

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