martes, 23 de febrero de 2010

Más sobre...2a parte.

...Entonces se habrá cumplido el milagro en quelos hombres no pueden creer- porque, engañados por sus sentidos, no comprenden que materia y fuerza son la misma cosa- y el milagro de que, incluso si te entierran, no habrá cadaver en tu ataúd.
Sòlo entonces podrás diferenciar lo que es realidad de lo que es apariencia. Sólo encontrarás a aquel que haya emprendido el camino antes que tú.
Todos los demás son sombras.
Hasta allí no sabes si eres la criatura más feliz o la más desgraciada, Pero no temas nada. Ni uno de los que han tomado el sendero de la vigilia, aunque se haya extraviado, ha sido nunca abandonado por sus guías.
Quiero darte una señal por la que podrás reconocer si una aparición es realidad o sólo imagen: si se acerca a ti, si tu conciencia se turba, si las cosas del mundo exterior son vagas o desaparecen, desconfía. ¡Mantente en guardia! La aparición no es más que una parte de ti mismo. Si no la comprendes, es sólo un espectro, sin consistencia, un ladrón que consume una parte de tu vida.
Los ladrones que roban la fuerza del alma son peores que los ladrones del mundo. Te atraen como fuegos fatuos al pantano de una esperanza engañosa, para dejarte solo en las tinieblas y desaparecer para siempre.
No te dejes cegar por ningún milagro que parezca realizado en tu favor, por ningñun nombre sagrado que se den, por ninguna profecía que formulen, aunque ésta se cumpla; son tus enemigos mortales, arrojados del infierno de tu propio cuerpo, y con los cuales luchas por el dominio.
Sabe que las fuerzas maravillosas que poseen son las tuyas propias desviadas por ellos para mantenerte en la esclavitud. No pueden vivir fuera de tu vida, pero, si los vences, se hundirán y se convertirán en instrumentos mudos y dóciles que podrás emplear según tus necesidades.
Son innumerables las víctimas que han hecho entre los hombres. Lee la historia de los visionarios y de los sectarios y aprenderás que el sendero que sigues estña sembrado de cráneos.
Inconscientemente la humanidad ha levantado contra ellos una muralla: el materialismo. Esta muralla es una defensa infalible; es una imagen del cuerpo, pero es también un muro de prisión que te impide la vista.
Hoy andan dispersos, y el fénix d ela vida interior resucita de las cenizas en que ha estado largo tiempo acostado como muerto, perol os buitres de otro mundo empiezan a batir las alas. Por esto te pones en guardia. La balanza en que deposites tu conciencia te mostrará cuando puedes tener confianza en las apariciones. Cuando más despierta esté, tanto más pesará en tu favor.
Si un guía, un hermano del mundo espiritual, se te quiere aoarecer, debe poder hacerlo sin despojar tu conciencia. Puedes acercar tu mano a su costado, como Tomás, el incrédulo.
ería fácil evitar las apariciones y sus peligros. no tendrías que hacer más que comportarte como un hombre corriente. Pero, ¿qué ganarías con ello? Seguirías siendo un prisionero en la cárcel de tu cuerpo hasta que el verdugo "muerte" te llevase al patíbulo.
El deseo de los mortales de ver los seres sobrenaturales es un grito que despierta incluso a los fantasmas del infierno, porque este deseo no es puro...;porque es avidez más que deseo, porque quiere "asir" de un modo cualquiera en vez de gritar para aprender a "dar".
Todos los que consideran la tierra como una cárcel, todas las gentes piadosas que imploran la liberación, evocan sin darse cuenta el mundo de los espectros. Hazlo tú también, pero conscientemente.
Para los que lo hacen inconscientemente, ¿existe una mano invisible que pueda sacarlos del pantano que los absorbe? Yo no lo creo así.
Cuando, en el camino del despertar, cruces el reino de los espectros, comprenderás poco a poco que son sencillamente ideas que puedes ver de pronto con tus ojos, porque el lenguaje de las formas es diferente del del cerebro.
Entonces llega el momento en que se cumple la transformación: los hombres que te rodean se convertirán en espectros. Los que has amado se convertirán de golpe en larvas. Incluso tu propio cuerpo.
No se puede imaginar soledad más terrible que la del peregrino en el desierto, y quien no sabe encontrar el manantial de agua viva en él, se muere de sed.

continuará...

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