miércoles, 10 de febrero de 2010

El despertar. Segunda parte y última.

"Es posible pensar durante un millar de años, es posible escribir bibliotecas enteras, inventar millones de teorías, y todo esto en pleno sueño, sin ninguna posibilidad de despertar. Por el contrario, estas teorías y estos libros escritos o fabricados por los durmientes, tendrán por único efecto arrastrar al sueño a otros hombres, y así sucesivamente.
No hay nada nuevo en la idea del sueño. Casi desde la creación del mundo, se ha dicho a los hombres que estaban dormidos y que debóan despertar. Cuantas veces por ejemplo, leemos en el Evangelio: "Despertaos", "velad", "no os durmáis". Incluso los discípulos de Cristo dormían en el huerto de Getsemaní, mientras su maestro oraba por última vez. Con esto queda dicho todo. Pero,¿lo comprenden los hombres?. Lo toman por una figura retórica, por una metáfora. No ven en absoluto que hay que tomarlo al pie de la letra. Y aún en esto es fácil comprender la razón. Tendrían que despertar un poco, o al menos intentarlo. Hablo en serio cuando digo que a menudo me han preguntado por qué los evangelios no hablan jamás del sueño...Y éste se cita entodas sus páginas. Lo cual demuestra que la gente lee el evangelio durmiendo.
En términos generales,¿que hace falta para despertar a un hombre dormido? Se precisa una buena impresión. Pero, cuando el sueño es profundo, una sola impresión no es bastante. Se requiere un largo periodo de impresiones incesantes. Por consiguiente, se necesita alguien que las produzca. Ya he dicho que el hombre deseoso de despertar debe contratar a un ayudante que se encargue de sacudirle durante largo tiempo. Pero, ¿a quien puede contratar si todo el mundo duerme? Toma a alguien para que lo despierte y este a su vez se queda dormido. ¿Cuál puede ser su utilidad? En cuanto al hombre capaz de mantenerse realmente despierto, probablemente se negará a perder su tiempo despertando a los otros; puede tener otros trabajos mucho más importantes para él.
Asi pues, el hombre que quiere despertar debe buscar otras personas que quieran lo mismo, con el fin de trabajar junto a ellas. Pero esto cuesta menos de decir que de hacer, porque la puesta en marcha de tal labor y su organización requieren un conocimiento que el hombre común no posee. Tiene que organizarse el trabajo, y tiene que haber un jefe. Sin estas condiciones, el trabajo no puede dar los resultados apetecidos, y todos los esfuerzos serán vano. La gente podrá torturarse; pero estas torturas no la despertarán. Nada parece más difícil de comprender por ciertas personas. Pueden ser capaces de grandes esfuerzos por sí mismas y por propia iniciativa, pero nada es capaz de persuadirlas de que sus primeros sacrificios deben consistir en obedecer a otra persona.
El trabajo debe ser organizado. Y sólo puede serlo por un hombre que conozca sus problemas y sus fines, que conozca sus métodos, por haber pasado él mismo, en su tiempo, por tal trabajo organizado."

Fregments d´un Enseignement Inconnu. Ed. Stock, París, 1950. Referenciado en "El retorno de los brujos".
Saludos maiceros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario