martes, 2 de marzo de 2010

Breve nota sobre el Infierno

El infierno se llama Tamaulipas, y el Pandemónium, Reynosa. Los medios han decidido -cooptados- que mejor no hablaràn de nada. La gente de Reynosa, Matamoros, Victoria, Nuevo Laredo ha sido abandonada a su suerte por las corporaciones de seguridad estatal y federales, por el ejército, por Calderón y, por qué no decirlo, por la mano de Dios. Los Zetas, otrora brazo armado del Cártel del Golfo y éste último rompieron relaciones hace algunos meses y ahora libran una cruenta batalla “plaza por plaza” en el estado norteño.
Fuentes de inteligencia militar –solo eso son,"inteligencia", en el mejor de los casos, porque de eficiencia para brindar seguridad no son ni un carajo- aseguran que el Cártel del Golfo, liderado por El Coss y Tony Tormenta se alió con El Chapo y hasta con La Familia para exterminar a Los Zetas. Éste sería el motivo del estado de sitio que viven día a día los Tamaulipecos. El alcalde de Reynosa vive en McAllen; no es él único, se excusa. Pueblos y colonias enteras no salen de sus casas ni siquiera para abastecerse de alimentos; no pasa “ni el camión de la basura”, se quejaba una colona.
Algunos atrevidos han reclamado a través de Facebook , Twitter y Youtube la infame manera en que han sido abandonados a su suerte: suben videos a granel de camionetas lujosas balaceadas, muertos que se cuentan por decenas, quizá centenas, resultado de refriegas que duran horas y horas sin que los medios locales ni las autoridades digan nada.
En el primer narcoestado del país –así lo bautizó en anonimato un empresario tamaulipeco secuestrado por Los Zetas-, aunque no el único, el Cártel del Golfo se mofa de todo mundo paseándose por todas las ciudades que se le antoja, a la hora que les da la gana, en convoys de lujosas camionetas tatuadas con las siglas, lean bien, con las siglas CDG “Cártel del Golfo”; tripuladas, claro, por gorilas y sus armas de alto poder. Cínicamente, una vez instalados en Reynosa, este cártel invitó a la ciudadanía a seguir con sus actividades cotidianas:

“Reynosa es una ciudad segura. No pasa nada ni pasará nada. Sigan su vida normal. Nosotros somos parte de Tamaulipas y no nos metemos con los ciudadanos civiles. Atte. C.D.G.”

Lo cierto es que sí pasa, y mucho. El jueves 18 de febrero un rumor cobró fuerza en Reynosa: “Si no se van los marinos, empieza el secuestro de niños”, rezaban mantas supuestamente colocadas en el libramiento a Monterrey. Más tarde un grupo de encapuchados entró a la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y levantó tres estudiantes. ¿Qué fue de ellos? Los hideputas, además, cerraron varias calles que conducen a esa institución.
En Nuevo Laredo la cosa no está menos crítica, en palabras del obispo Gustavo Rodríguez Vega: “estamos tan confundidos como toda la población; no hay noticias, no hay comunicados oficiales sobre lo que ha pasado. El viernes 19 de febrero por noche, cerca de las 22:00 horas, hubo una persecución, supuestamente de militares contra miembros del crimen organizado, que iban por las calles bajando a la gente de sus automóviles para utilizarlos como barricadas. Por toda la ciudad se oían balazos.”

El miércoles 24, el despligue del narco fue abrumador: más de 100 unidades llegaron a la ciudad fronteriza de de Valle Hermoso, colindante con Matamoros, considerada por fuentes militares como refugio de Zetas. Hasta el viernes 26, la ciudad seguía prácticamente sitiada por los sicarios. La población estaba refugiada en sus casas, atemorizada por los enfrentamientos en los que utilizaban metralletas, bazucas y grandas. Habitantes de Valle Hermoso, entrevistados vía telefónica, aseguraron que integrantes del Cártel del Golfo habían colgado en una plaza los cuerpos de supuestos zetas….

* Un contacto mío, que trabaja para un transportista mexicano muy grande cuyas oficinas centrales se ubican en Nuevo Laredo, me contó por teléfono que a una amiga suya la encañonaron en plena avenida principal para arrancarla del volante de su auto, que utilizarían como barricada en la persecución que acontecía. Me contó también que la semana pasada, muchos compañeros suyos se salieron del trabajo a media mañana a recoger a sus críos de las escuelas, luego de que los directores de éstas los alarmaran de los eventuales enfrentamientos entre los cárteles enemigos en la zona.
**Con información fusilada casi textualmente del reportaje “Estado de Sitio”, publicado sin firma, por obvias razones, en el número 1739 de la revista Proceso.

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