viernes, 12 de junio de 2009

de desobediencias civiles...

Estoy firmemente convencido de que una gran mayoría de los flujos políticos en nuestro país son misteriosos e insondables. Tan misteriosos o insondables como aquella jerga financiera macroeconómica que "detalla" los constantes flujos de capital entre las grandes corporaciones globalizadas. Información tan detallada como: "el índice Dow Jones bajó 2.33%" ó "el índice IPC quedó en tal cantidad de puntos", me deja siempre un rostro impávido que sugiere un sutil "not your business".

Esta última frase llevada al campo del ejercicio ciudadano(en vías de extinción) podría transformarse en un “not our business” generalizado, pues en una coyuntura como la actual, con un país exhausto, conformista y con proyección sombría, la desinformación ha llevado a un aparente estado de “depresión grupal” donde todo se ve jodido y no hay de qué asirse. (Dios y política no se llevan en estos lares).

El alejamiento cada vez más pronunciado entre el individuo y la res pública vuelve entonces misteriosa la ciudadanía, la vuelve inaprensible, la acota a instancias formales que presentan resistencias al cambio y a la dinámica cambiante de la democracia.

Un ejemplo de esto es la respuesta del aparato partidista y de la clase política mexicana al llamamiento del movimiento “vota independiente” ( negar el voto a cualquier partido presente en la boleta electoral en las próximas elecciones del 5 de julio, y promover las candidaturas independientes). Con una solidaridad pocas veces vista, los principales personajes de la política, envueltos como niños héroes en la bandera tricolor, han desdeñado y calificado a la propuesta de antidemocrática, anticívica, o equivocada. Con tonos amenazantes han advertido a la “ciudadanía” que un ejercicio como ese representaría “un retroceso en nuestros esfuerzos por la democracia y el estado de derecho.” Nada más cierto. Se ven amenazados en sus intereses.

El colectivo vota independiente ha caído entre algodones a su arribo en la esfera pública. Es tal el descontento generalizado que propuestas así son como una pequeña flama en un polvorín. Todo mundo sabe empíricamente que habrá un estallido, pero nadie sabe cual será su magnitud
El movimiento viene a cambiarle el nombre al abstencionismo, y desde mi punto de vista enfoca sus baterías en llamar la atención sobre este problema. Es un foco rojo con una leyenda que dice que cuando solo votan tres o cuatro personas del total en listas, es porque algo debe estar mal. ¿O acaso esperaremos a que vote uno de cada diez para invalidar las elecciones? ¿Ó inclusive en circunstancias como esas algún ingenioso ingeniero social encontrará argumentos para llamar a la legitimidad?
Esto es desobediencia civil. La serpiente que se engulle sola. El camino a la ruina sin violencia. Tal vez sea la vía para que algo suceda. Lo que sea.

Un saludo.


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